La diputada Delia Bac nos hizo regalarle un tramo carretero de Q1.9 millones. Nuestra generosidad con ella y otros funcionarios es incalculable.
A la legisladora le subsidiamos, hace ocho años, 760 metros de cemento hidráulico para que los clientes de “Bello Horizonte”, el spa de su propiedad, lleguen sin mayores obstáculos al establecimiento.
Esta obra se diseñó para El Paxtal, una aldea que solo existe en la imaginación de Bac y sus allegados. Pero otras comunidades reales de Sumpango no tienen más vías de acceso que caminos de terracería.
Con la familia Bac,los guatemaltecos hemos sido especialmente dadivosos. Nuestros impuestos pagan el salario de casi toda la tribu. Eva Monte Bac, hoy diputada e hija de Delia, dejó congelada su plaza en el Ministerio de Agricultura “para cuando se le ofrezca”. En esa misma dependencia trabaja su hermano. Y el Congreso emplea tanto a la nuera de Delia como a la suegra de Eva. Total, las oficinas del Gobierno son, para ciertos personajes, caja chica y agencia de empleo. Todo en uno.
Este caso me recuerda el de Rubelio Recinos. El patriarca fue cuatro veces alcalde de Barberena. También, en su momento, mandó a asfaltar la calle que iba desde la carretera hasta el frente de su casa. Medio metro después no había pavimento.
El hotel-restaurante, propiedad de Recinos y de su esposa Aracely Chavarría (quien desde 2012 es diputada por Santa Rosa), le vendía alimentos, tanto a la comuna de Barberena como al Ministerio de Salud, cartera que empleaba a dos de las hijas de la pareja, Alma Alejandra y María de los Ángeles. ¿Recuerda alguien esa "incómoda" prohibición de que el jefe edil o sus familiares no pueden ser proveedores del Estado? Pues sigue vigente. Pero los Recinos la burlaron al contratar un testaferro que se hizo pasar por dueño del establecimiento transgresor.
Por cierto, la tercera de las hijas, Ana Lucía, es una de las imputadas en el caso del Registro de Información Catastral porque, según investigaciones del MP, tenía una de varias “plazas fantasma” detectadas en esa oficina.
Para desgracia nuestra, estos no son los únicos casos. Ni por asomo. Nuestro corrupto sistema proporciona todas las facilidades para que éstos y otros clanes familiares hagan de las suyas con total impunidad.
Recinos hizo hasta lo imposible por retener su cargo a pesar de que no obtuvo finiquito. El TSE no lo inscribió y su nombre no apareció en la papeleta. Incluso así logró que un juez de Cuilapa (hoy bajo investigación) le otorgara un amparo para no entregarle la vara edilicia a su sucesor. Al final, prevaleció la cordura y Recinos tuvo que irse a su casa.
¿Podremos dentro de un año evitar que emerjan más dinastías deplorables? Las reglas del juego han cambiado poco o nada, así que solo nos tenemos los unos a los otros.
Nuestra responsabilidad es escudriñar bien a cada candidato. En cada distrito. Y en las 340 comunas. La oferta que tendremos quizá no sea la mejor, pero no podemos seguirle dando más oportunidades a quienes usan al Estado como caja chica y agencia de empleo. Ya no más.
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