Hombres, mujeres y niños provenientes de Baja Verapaz, El Progreso, Zacapa y Chiquimula recorrieron a pie 27 kilómetros con una única petición: la protección de los recursos hídricos.
“Sin el agua no vivimos y sin el agua no vive el pueblo”, dice Gerónimo García un agricultor de 60 años oriundo de Camotán, Chiquimula. Asegura no sentirse cansado a pesar de la caminata pero con el ánimo de visibilizar los problemas de falta de agua.
García ha acompañado la marcha desde su salida en Purulha, Baja Verapaz. Al terminar este trayecto, a su llegada a Agua Caliente, habrá caminado 152 kilómetros a través del oriente del país. Esta vertiente de marchantes se unirá con los manifestantes de Occidente del país, quiénes ingresarán todos a la ciudad capital el 22 de abril, Día Internacional del agua.
Concientizar sobre el tema del agua
Los manifestantes se han unido a la marcha por distintos motivos. Algunos protestan contra las hidroeléctricas en su comunidad, la deforestación que seca el manto acuífero, el desvío de ríos para el monocultivo y la contaminación de lagos. No obstante, el denominador común es el agotamiento del agua y su urgente administración.
Edgar Hernández, representante de manifestantes de la región Chortí que participan en la marcha, comenta que “el país atraviesa una crisis de agua”. Por esta razón, la marcha tiene como objetivo llamar la atención de las autoridades y la sociedad en general sobre la importancia del agua e iniciar una discusión sobre el tema.
Por otro lado, Lesvia Morales, coordinadora de la Marcha del Agua, opina que además de sensibilizar a la población sobre el tema del agua, también busca “rescatar a todos los lagos y ríos que no se utilizan correctamente”.
A pesar que Hernández y Morales difieren en su opinión sobre si una ley cambiaría la situación del agua, sí coinciden en que actualmente los recursos hídricos solo son aprovechados por pequeños grupos, en detrimento del resto de la comunidad.
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Los manifestantes han dejado sus oficios para ser parte de la marcha. Han recibido comida y agua de los poblados y municipios que visitan, así como de asociaciones y empresas privadas que apoyan su causa. Una ambulancia, una patrulla de policía y un representante de la Procuraduría de los Derechos Humanos los han acompañado durante todo su recorrido.
Diariamente, para mantener hidratados a todos los participantes, consumen 800 litros de agua. Los dirigentes de la marcha dicen que nunca les ha faltado agua para beber, paradójicamente, esto solo sucede en la marcha y no en sus comunidades.