Una enfermedad de consideración en un niño puede ser un obstáculo para que sueñe alto. Estar bajo la observación de los médicos, todo el tiempo en un hospital y no ir a la escuela era lo que vivía Evelyn Juárez desde que era casi una bebé.
A los tres años, sus padres la llevaron a un centro médico al notar que se encontraba enferma. Sin embargo, nunca se imaginaron que tendrían que lidiar con un padecimiento como la leucemia. Aunque Evelyn no lo sabía, ella pedía jugar con sus muñecas y, cuando llegó a la edad escolar, hacer tareas era otra de sus pasiones.
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“Cuando tenía tres años empecé a presentar quebrantos de salud. Estuvimos como dos años viendo qué era, finalmente los doctores les dijeron a mis papás de qué se trataba. Eso puso a prueba no solo mi vida, sino a mis padres”, cuenta Juárez, oriunda de San Pedro Sacatepéquez, San Marcos.
La Chinita, como le llaman cariñosamente en su tierra natal, sabía que su vida tenía un propósito y aunque se sintiera con fiebre y dolor de cuerpo, los estudios eran su mejor medicina. Pedía que le llevaran tareas, por lo que a veces la habitación del hospital se convertía en un salón de clases donde llegaban sus maestros y compañeros.
Sus quebrantos de salud provocaron algunos problemas económicos en su hogar, pero sus padres procuraron darles a ella y su hermana lo mejor.
Evelyn seguía soñando y esperando que su condición mejorara. Pero siempre tenía la idea de tener su propia empresa y eso pudo haber sido uno de los alicientes que necesitaba para luchar contra todas las adversidades.

Mientras seguía en tratamientos, Evelyn ingresó a la secundaria y pensaba que hasta ahí llegaría al graduarse como secretaria bilingüe. Creía que la universidad era un escalón difícil de alcanzar y pensaba que lo mejor era empezar a buscar un trabajo de lo que se había graduado.
“Al finalizar el secretariado recibí un sobre con información de universidades. Al principio no lo abrí, pero mi mamá me pidió que viera lo que tenía. Vi un folleto sobre becas en la Universidad Francisco Marroquín y llamé para preguntar. Solo quedaba una semana para cerrar las solicitudes, y fue así que un día estaba en mi pueblo y al otro estaba en la ciudad haciendo entrevistas para la beca”, recuerda.
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En noviembre de 2007, Evelyn llegó a la sede de la UFM donde se encontró a otros 75 jóvenes que, al igual que ella, buscaban una oportunidad para ingresar a esa casa de estudios. Afortunadamente, obtuvo una de las cinco becas que ese año se otorgaron.
Juárez empezó a estudiar la carrera de Administración de Empresas. Al principio, pensaba que no era lo suyo, pero sabía que era una gran oportunidad para hacer realidad sus sueños.
“Como me daban todo y solo necesitaba dos quetzales para ir y regresar de la U, enviaba el resto a mis papás como compensación de todo lo que hicieron por mí cuando estaba enferma”, recuerda.
Ya durante los años universitarios, Evelyn se involucró en varios proyectos y uno de ellos fue Enactus, un programa que busca jóvenes que emprendan empresas en áreas rurales del interior del país. Gracias a su interés ahora es parte de esta organización en Guatemala.
“Ahora puedo apoyar a otros jóvenes que buscan el desarrollo de las comunidades de nuestro país. Ellos deciden sacrificar la diversión para trabajar con las personas. Me apasiona desarrollar el talento de otros, y por eso sé que el milagro que hizo Dios en mi vida de sanarme tenía un propósito”, resalta.
Evelyn destaca y aconseja a los jóvenes a luchar por sus sueños y que si una enfermedad como la leucemia no la detuvo, no hay motivos para tirar la toalla y sobreponerse a las adversidades que la vida puede depararnos.