La culpa en política es importante. Lo es para definir responsabilidades y orientar cambios. No es venganza: es reformismo.
La muerte de Manuel Barquín, quien fuera una figura prominente de la política guatemalteca, ha despertado un fuerte debate, de nuevo, sobre el uso y mal uso de la prisión preventiva.
El petenero padecía una enfermedad llamada fibrosis pulmonar, condición degenerativa que le había sido diagnosticada hace nueve años, mucho antes del proceso en su contra.
La reacción más visceral ha venido de políticos como Felipe Alejos o Estuardo Galdámez, que han hablado de muerte y tortura, y han señalado a la Jueza Aifán y a CICIG como culpables.
El trasfondo de estos ataques da por supuesto que una medida sustitutiva hubiera mejorado la salud de Barquín o le hubiera salvado la vida ¿Es esto verdad?
Establecer culpas requiere desechar mentalmente el revanchismo. Requiere también diseccionar con precisión, separar la paja del trigo e intentar que lo emocional no prevalezca sobre las evidencias.
La primera consideración es sobre la enfermedad de Barquín. Al parecer, es común que esta clase de afección empeore en poco tiempo creando crisis que pueden concluir en decesos.
Ir a casa por medida sustitutiva no necesariamente hubiera mejorado la salud del ex diputado, aunque le hubiera dado la posibilidad de pasar un valioso tiempo con su familia (razón suficiente para concedérsela, por otra parte).
Lo siguiente que nos debiera hacer reflexionar es que asumimos automáticamente que no se provee la atención necesaria en el sistema de salud público, donde Barquín estuvo ingresado.
La mayoría de hospitales privados no aceptan reos y la ley establece que es el privado de libertad quien paga si el centro asistencial no es público.
El sistema de salud queda así como casi la única opción… ¿de quién es la culpa de que asumamos sin mayor cuestionamiento que mandarlo ahí es no darle el tratamiento adecuado?
Una tercera apreciación. INACIF no dio un informe médico a Aifán porque carecía de expertos para hacerlo. Vergonzoso.
En cuarto lugar, falló la Jueza pues en vez interpretar de manera flexible ante el evidente deterioro, decidió no conceder la medida al no tener el susodicho reporte.
MP y CICIG están en fase de revisar su papel en el asunto y eso es bueno. Han actuado en algunos casos concretos con excesiva dureza.
Muchas pequeñas culpas (y más, que hay) y todas con solución. Discutamos de estas cuestiones de fondo (que no son de ahora sino de mucho tiempo atrás) y dejemos a los que gritan “¡Asesinato, tortura!” hablando solos en la loma.
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