El #PactodeCorruptos está dispuesto a todo con tal de salir impune de las fechorías cometidas. Retrasar los procesos judiciales es cotidiano para ellos. Normal. Recusan jueces un día sí y el otro también. Se cambian de abogados para aplazar audiencias. Pero acusar de misógino a un magistrado para entorpecer el ya lentísimo caminar de la justicia es una barbaridad, porque no es un término que se deba emplear a la ligera. Nunca.
Si la ex vicepresidenta Roxana Baldetti tiene algo parecido a una prueba contra el juez Pablo Xitimul, yo seré la primera en aplaudirla por denunciar públicamente a un operador de la justicia que abusa de semejante manera. Sin embargo, todos los indicios apuntan a que esta acusación es una argucia malévola para inmovilizar el caso de la Agüita Mágica, porque nada más le ha funcionado.
Hablar de misoginia en Guatemala es palabra mayor. El odio irracional a las mujeres es hermano del machismo y pariente cercano de la violencia que se comete, con demasiada frecuencia, en los hogares y en plena vía pública. Un fenómeno no existe sin el otro.
Todos los meses, según datos del Inacif, 62 mujeres son asesinadas en Guatemala y 410 niñas, comprendidas entre los 10 y 14 años, quedan embarazadas en ese mismo lapso. La raíz detrás de la gran mayoría de estos casos es la creencia de que las mujeres valemos menos que nada. Y que, por ello, lo único que debemos hacer es obedecer y callar.
Esta realidad no es desconocida para Roxana Baldetti. En abril 2008, ella y varias diputadas sortearon todos los obstáculos que les pusieron en el camino hasta que se aprobó de la Ley contra el Femicidio, una legislación que ha sido reconocida por propios y extraños. Esa normativa no solo contempla condenas contra quienes asesinan a una mujer, sino también para quienes las agreden a nivel sicológico y sexual.
Ya como vicepresidenta, por lo menos del diente al diablo, Baldetti se pronunciaba como una firme defensora de las niñas que eran víctimas de abusos. Pretendió darle impulso a la Secretaría contra la Violencia Sexual, Explotación y Trata de Personas. Corea del Sur le entregó un doctorado “honoris causa” por su compromiso con las causas sociales. Los conceptos teóricos, por tanto, debería sabérselos de memoria. La misoginia no es un concepto que se trivializa. No es una condición que, como afirmó la ex funcionaria, se “trae en la sangre”.
Repito: si tiene pruebas concretas contra el juez Xitimul, seré la primera en aplaudirla y exigir que, no solo se le aparte del caso, sino que se le retire del Organismo Judicial. Pero si no es más que una excusa desesperada para evitar que el proceso continúe, la invito a reflexionar. Y que lo haga por las mujeres asesinadas en este país que vivieron en carne propia los abusos de un misógino. Y también por las niñas que deben parir un hijo, porque sus violadores las consideran seres inferiores.
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