La política exterior mundial se centra estos días en la polémica sobre la ciudad de Jerusalén, especialmente después de que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, diera un paso hacia adelante al reconocerla como la capital de Israel y ordenar trasladar la embajada norteamericana desde Tel Aviv.
No obstante, la controversia inició unos días antes, en concreto el pasado 30 de noviembre, cuando se celebró el 72 Período de Sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York y, entre otros puntos, se trató el tema de Jerusalén.
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En ella participó en representación de Guatemala ante las Naciones Unidas el embajador Jorge Skinner-Klée, quien votó a favor de "tener en cuenta las preocupaciones legítimas de las partes palestina e israelí e incluir disposiciones garantizadas internacionalmente que aseguren la libertad de religión, incluyendo lugares santos para los cristianos y de conciencia de sus habitantes, así como el acceso permanente, libre y sin trabas de las personas de todas las religiones y nacionalidades a los lugares santos".
En conferencia de prensa, Sandra Jovel, jefa del ministerio de Relaciones Exteriores, confirmó que se emitió una carta para indicarle ese voto al embajador.
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No obstante, cuatro días después, la jefa de la política exterior emitió una nueva carta, esta vez dirigida a Miroslav Lajčák, presidente de la Asamblea para rectificar el voto a la abstención.
"Son procedimientos, la explicación ya la di, Guatemala es un fiel amigo de Israel, por eso se hizo esa rectificación", argumentó la Canciller guatemalteca.
¿Cómo se ve ese cambio en el exterior?
El excanciller Fernando Carrera le restó importancia al cambio de voto y señaló que "no es algo inusual".
Además explicó que el cambio de voto de Guatemala responde a la presión política de la Israel de Benjamin Netanyahu y de la comunidad evangélica en el Gobierno.
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"Al final Guatemala votó como históricamente ha estado haciendo, lo inusual hubiera sido que de un voto positivo hubiera pasado a uno negativo", explicó.
Asimismo, Carrera comentó que no afecta a la resolución porque la gran mayoría de los países votó a favor.
Por otro lado, el analista de política internacional, Roberto Wagner, criticó la improvisación de la política exterior del país. "Es un chapuz más de nuestra política exterior", comentó.
Wagner añadió que este tipo de cambios en una votación refleja como que no existe "un tacto diplomático", así como falta de comunicación entre la embajada en Naciones Unidas y la Cancillería.
Los resultados de la votación
El proyecto de resolución Jerusalén (documento A/72/L.11) concluyó con un resultado de 151 votos a favor frente a 6 en contra (Canadá, Micronesia, Israel, Islas Marshall, Nauru y Estados Unidos) y 9 abstenciones (Australia, Camerún, República Centroafricana, Honduras, Panamá, Papúa Nueva Guinea, Paraguay, Sudán del Sur y Togo), antes de que se incluyera la de Guatemala.
Carrera indicó que el país no puede actuar aislado del bloque latinoamericano en el contexto internacional y que una de las medidas más fácil es votar de acuerdo con las naciones vecinas. Sin embargo, está actuando junto a países africanos e islas del Pacífico asiático.
"Cuando apoyas a Israel se voltean los países islámicos que a futuro son mercados muy importantes", opinó el exfuncionario refiriéndose a países como Turquía, Marruecos, Indonesia o Malasia y que la Cancillería tiene en su mira para abrir nuevas embajadas.