Los 25 años solo pueden ser verdes, frondosos, excitantes en definitiva. ¿Qué estabas haciendo a los 25? ¿Qué harás?
Se tiene todo a favor a los 25: la salud aguanta con todo o casi todo. Le pega a uno una gripe y medicina de tienda a lo sumo, pero ahí va uno, con fiebre, con goma -a esa edad dura medio día nomás-, y uno sigue de frente, incluso con desvelos ilimitados entre la vida y el amor. ¡Vaya edad para amar!
Depende del lugar donde naciste, si sos hombre o mujer, indígena o ladino, según los ingresos de la familia pues. Será una edad en la que muchos se casen (por primera vez), se reproduzcan, inicien un camino laboral largo y estable resultado de que muy probablemente hayan terminado los estudios universitarios.
O probablemente llevarás ya, cuando menos, 10 años de estar trabajando de sol a sol, 15 de haber abandonado los estudios, y a lo mejor el tercero o cuarto hijo.
A los 25 se habrá vivido ya en carne propia la desesperación del trabajo, de no tenerlo, de tener uno bastante miserable por estar alejado totalmente de nuestros sueños. A los 25, a lo mejor, uno empieza a soñar en serio y quizá, con suficientemente amor alrededor, se anime uno a trazar una ruta para la vida.
A esa edad muchas personas estaban justamente trasformando la historia.
A Oliverio Castañeda de León lo mataron de 23, no llegó. A los 26, David Gilmour grababa junto a Pink Floyd el Dark Side of the Moon. Martin Luther King terminaba su doctorado en filosofía a los casi 26, misma edad que tenía Rosalina Tuyuc cuando asesinaron a su esposo Francisco Tuyuc, y que tenía Nineth Montenegro cuando desaparecieron a Fernando García, su esposo.
Los 25 es una edad para, cuando menos, haber dejado ya la casa de los padres y estar poniéndole el pecho a la vida. Sí, luchando por hacer de este planeta un lugar más digno para vivir, y eso justo es lo que hacía Juana Raymundo, la joven enfermera Ixil torturada y asesinada hace pocos días.
Juana era una joven líder en Nebaj, defensora de los derechos de su comunidad, parte de las juventudes de Codeca, y su asesinato se suma a seis asesinatos más de líderes de esta misma organización.
Y todos los asesinatos deben ser investigados, perseguidos y condenados, además de llamar particular atención a la justicia por lo que pareciera ser una persecución a una organización específica que, de ser así, no estaría llevando de vuelta a los años más oscuros de nuestra historia reciente.
Juana tenía 25 años y también ella estaba transformando la historia. Justicia es lo mínimo que deberíamos de ofrendar a su memoria.
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