En política el fondo es la forma y en las crisis políticas lo es mucho más. Los tiempos son clave y lo que se dice o deja de decir, crucial. Fallar en la comunicación no es faltar a las maneras tanto como a la sustancia.
El Presidente sacó a Iván. En madrugada dominical, con premeditación y alevosía. Lo que sobró en su primera comunicación fueron fundamentos y lo que faltó fue una explicación.
Durante unos días, las fuentes dentro de gobierno corroboraban rumoreando que existía ese plan y el Ejecutivo se negaba a desmentir que viene a ser lo mismo que validar en este contexto.
Después de todo tipo de meteduras de pata, muy comunes en este Presidente y su rosca de asesores, con encuentro con el Secretario de Naciones Unidas para el olvido y rueda de prensa que rivaliza con la de Baldetti al volver de Corea, por fin encontramos la explicación necesaria de boca de Morales.
Resulta que le enojaba la injerencia extranjera del colombiano, las reuniones con diputados y que se excediera en nombrar todavía no sabemos a quién en la presentación de los casos.
Pero algo no encaja. Tuvo la oportunidad de enmendarle la plana al Comisionado de octubre de 2016 a mayo de 2017, durante el proceso de reformas constitucionales. No dijo nada. Pasaron además tres meses desde la parada de las reformas sin que se pronunciara.
¿Será que la clave está en lo que dejó de decir? Hay otras cosas que podrían explicar su conducta. Esta misma semana casualmente se ha planteado por MP-CICIG un antejuicio contra él y avanza el de su hijo y hermano.
¿Defensor de la soberanía o de sí mismo y su familia? ¿Qué dice la forma (su comunicación) del fondo (las razones de su conducta)? Juzguen ustedes mismos qué consideran más creíble.
Les digo algo además. Estén a favor o en contra de CICIG tengan miedo de la clase de alianzas que Jimmy tendrá que hacer al final de este peligroso camino si decide (ojalá no) recorrerlo hasta el tope.
Algunos hablan además de que por fin sacó a pasear los arrestos (en realidad utilizan una palabra más mañanera, de desayuno) siendo como es el Presidente de una nación estoica.
Nada más lejos de la realidad. En un cuarto poco iluminado, sin levantar la mirada del papel que leía graba un video de mala calidad. Luego lo hace público a las seis de la mañana de un domingo.
Lejos esa estampa de la del líder orgulloso y temerario. Cerca de un pobre hombre atemorizado por los fantasmas de su mediocridad y sobre todo por sus culpas, de sus pecados revelados y por revelar.
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