Los planes --y quizá el destino del gobierno del presidente Jimmy Morales-- cambiaron bruscamente el viernes 27 de abril a las cinco y media de la tarde, cuando el alcalde capitalino, Álvaro Arzú, murió de un infarto fulminante en el campo de golf de San Isidro.
La muerte repentina del líder político más importante de los últimos 30 años implica forzosamente una recomposición del escenario para el gobierno y para varios sectores de la sociedad.
Todavía es temprano para anticipar cómo se recompondrán las fuerzas, pero adelanto un análisis preliminar de algunos de los actores más relevantes en el tablero, entendiendo que el elemento esencial de la nueva situación es la pérdida de una fuerza aglutinante y de una figura emblemática que le daba dirección, orden y certeza a ciertos grupos de poder:
El más afectado por la muerte de Arzú es el presidente Jimmy Morales, quien se había apoyado en el alcalde capitalino en su intento de expulsar a Iván Velásquez y a la CICIG, una tarea que se convirtió en su obsesión y prioridad desde hace varios meses, cuando su hijo y su hermano resultaron implicados en anomalías en el Registro de la Propiedad.
El presidente Morales ha perdido al general que podía articular la estrategia de su batalla contra CICIG y dirigirla operativamente en los diferentes frentes de lucha.
Arzú tenía la capacidad de lograr apoyos internacionales al más alto nivel, con una credibilidad difícil de igualar; también podía utilizar el sofisticado aparato de inteligencia de la Municipalidad; desarrollar acciones y narrativas para combatir a los adversarios locales; desplegar a sus bases de apoyo popular (mercados y barrios) y colocar en posiciones claves, desde el Congreso hasta el Ministerio de Gobernación, a funcionarios leales a sus directrices.
Sin él, el presidente se encuentra más débil y solo, ante la posibilidad de que el TSE cancele el partido oficial por denuncias de financiamiento electoral ilícito y que las autoridades soliciten nuevamente que se le retire la inmunidad.
Ante este panorama, lo más probable es que el presidente trate de buscar ayuda internacional, aprovechando su amistad con el gobierno de Israel, y se arrope en otros asesores que se han visto en su entorno inmediato y en “la juntita”. Los viejos lobos de palacio y los militares, que si algo saben es olfatear los vacíos de poder, verán enormes oportunidades en su vulnerabilidad actual.
La capacidad del Alcalde de extender su brazo político hasta el Legislativo quedó clara cuando logró que se eligiera como Presidente de ese Organismo a su hijo Álvaro Arzú Escobar, pese a la juventud de este útlimo y a que era el único diputado del Partido Unionista.
Una fuente parlamentaria me comentó hace poco que el Alcalde le había proporcionado “estabilidad emocional” a los diputados, que se encontraban dispersos y aturdidos, como cuando el maestro deja solo un salón de adolescentes. Esta impresión fue reforzada por un audio que se filtró donde un diputado comenta, con admiración y gratitud, supuestos ofrecimientos del Alcalde para ofrecerles protección, "donde ni el Ejército puede entrar".
Ahora que Arzú ya no está y el Presidente del Legislativo tendrá que descansar en sus propias fuerzas, es previsible que veamos surgir en el Congreso una pugna entre los liderazgos más arteros, digamos Estuardo Galdámez, Javier Hernández y Felipe Alejos, entre otros, y los más astutos, que apostarán a las volteretas y las traiciones para sobrevivir.
No sería raro que lo integrantes más cuestionados del Congreso busquen activar sus relaciones más cuestionadas en busca de protección. Quizá el Mariscal Zavala hierva de visitantes en este contexto.
La Alcaldía capitalina dispone de un equipo técnico y político que podrá culminar la gestión hasta las próximas elecciones sin mayores sobresaltos. Sin embargo, la capacidad logística, operativa e incluso política de la Municipalidad, que el anterior Alcalde podía poner a disposición de un plan alineado con la Presidencia, se verá limitada. Esa posibilidad de apoyo unificado se encontrará minada, especialmente en términos de la relación de la Alcaldía vis à vis el MP y CICIG.
Es previsible que la administración municipal se divida en varias facciones, por diferencias que podrían escalar en ausencia del líder, por las rivalidades ante el próximo proceso electoral e incluso, porque no sería raro que surgieran denuncias y ofrecimientos de colaboración ante las autoridades para evitar persecución penal.
Para todos era conocida la relación fraternal que unía a Álvaro Arzú con Alejandro Maldonado Aguirre, quien fue parte importante de la Corte de Constitucionalidad durante varios períodos. Una relación así, que extendiera la influencia del Alcalde sobre las cortes, no existía en este momento. Pero sin duda alguna, Arzú podía hacerse escuchar y movilizar su poder ante varios sectores, incluidas las cortes. Sin esa figura a su lado, será más difícil para los antiguos aliados del difunto Alcalde ejercer su influencia en el ámbito judicial, sobre todo en materias controversiales.
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