Más de 2.2 millones de personas fueron afectadas en el territorio nacional por el paso de los fenómenos naturales Eta y Iota, según cifras de la Conred. Miles de esos afectados lo perdieron todo y aún no encuentran una solución.
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La casa bajo el agua
Uno de los afectados es Juan Chuc. Él y su familia aún viven con familiares, debido a que su vivienda continúa bajo el agua. Perdieron todo. A duras penas lograron rescatar un poco de ropa y 10 sacos de mazorcas, que habían guardado para su alimentación.
La inundación los sorprendió durante la noche. Iban tres días de lluvia. El 5 de noviembre su vida cambió, luego que parte de la aldea quedara bajo el agua, en cuenta su vivienda.
Juan, su esposa y los tres hijos que viven con él lograron salvarse, pero su casa no. Apenas llevaban seis meses de haber cambiado las láminas, pero con el agua quedaron inservibles y lo mismo sucederá con la construcción, pues sigue sumergida.
Tratando de contener sus lágrimas, Juan narró que cuando empezó a llover no creyeron que todo se iba a inundar. Eso nunca les había pasado, pero al ver que el agua subía de nivel comenzaron a sacar sus pertenencias. "Mi casa se ahondó y mis hijos y mi esposa se sienten tristes al ver las casas hundidas en el agua. No podemos decir nada, porque ¿con quién vamos a pelear?, porque es poder de Dios", expresó.
La hermana de su esposa les abrió sus puertas. Están refugiados con ella. Sin embargo, quieren volver a su hogar. María Caal, esposa de Juan, comentó que lograron sacar algunas pertenencias con ayuda de sus hermanos, pero ya no tienen casa, no tienen ropa, perdieron todo.
Juan se quedó sin trabajo, como muchos en Chisec. La mayoría trabaja en sus tierras o como jornaleros, pero sin tierra que cultivar o cosechar, ya no tienen nada. Para tratar de ayudar a la familia de su cuñada, el hombre fabricó una canoa de emergencia, con la que ayuda a sus vecinos a transportarse hacia el área que les permite salir de la aldea. Cobra 5 quetzales por viaje y 5 más, si llevan bultos, así encontró un medio para subsistir.
Estaba sola
Victoria Adelina Sic es otra de las afectadas. Ella perdió absolutamente todo, debido a que estaba sola cuando empezó la inundación, solo logró rescatar un par de mudadas de ropa para su hija. El resto quedó bajo el agua y todo se pudrió.
El esposo de Adelina estaba en otro pueblo buscando trabajo. Ella estaba dormida cuando empezó la inundación, o "la llena", como le llaman los pobladores.
"Yo estaba sola cuando todo comenzó. No había nadie, no estaban los vecinos, solita y como pude saqué la ropa de mis hijos, pero las chamarras se las llevó la corriente", narró la mujer.
Lo que más le duele es que se quedó sin comida. Los sacos de mazorca que acababa de cosechar se quedaron dentro de la casa. No sabe qué hará en los próximos meses, porque su esposo es jornalero y no tiene trabajo.
Ha llegado ayuda, pero ha sido mínima, las raciones no les han alcanzado. Ya pasó poco más de un mes y los abastos se acaban. Además, las instituciones del Gobierno están requiriendo documentos de identificación para entregar las bolsas de alimentos, y la mayoría de personas perdió todo, el agua se lo llevó.
Dio a luz en plena tormenta
Carmen Caal Cholón no logró salvar nada de sus pertenencias. Todo se quedó dentro de su casa, debido a que justo cuando empezó la inundación, ella empezó con la labor de parto.
Su bebé nació literalmente entre el agua. Todos corrían tratando de rescatar sus bienes, pero ella no podía, estaba dando a luz apoyada por una comadrona. Su hijo ahora tiene un mes, está sano, pero Carmen no se siente bien de salud. No ha podido ir a ningún centro asistencial porque no tiene dinero para pagar el transporte.
La casa de Carmen ya no está inundada, pero no puede regresar a habitarla, debido a que aún está llena de lodo y teme por la salud de sus 10 hijos.
El olor es fétido, por momentos se torna insoportable. Aunque desean el Sol para que ayude a evaporar el agua, este contribuye a que se intensifique el mal olor. Esto debido a que la inundación rebalsó las letrinas de la comunidad y se convirtió en un gran desagüe.
Además, estuvo lleno de animales muertos, sumado a la vegetación podrida por el agua, los fertilizantes y otros químicos que utilizaban en las siembras.
- Encuentra aquí el video del reportaje sobre la áreas afectadas:
A poco más de un mes de que los fenómenos naturales Eta e Iota tocaron tierra guatemalteca, miles de personas aún siguen bajo el agua. La crisis ya pasó, ya no se observan imágenes de emergencias en las redes sociales, pero la realidad de muchas comunidades sigue siendo desgarradora.
De acuerdo con la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (Conred), más de 243 mil personas aún continúan en albergues no oficiales, en casa de sus familiares o con amigos, luego que sus viviendas quedaran completamente hundidas, o fueran arrasadas por el agua y la fuerza de las lluvias provocadas por los dos fenómenos naturales.
La tormenta tropical Eta llegó a Guatemala el 3 de noviembre, y casi 10 días después, lo hizo Iota. Ambas llegaron degradadas después de haber sido grandes huracanes. Sin embargo, los destrozos que causaron en el país, continúan siendo de gran magnitud.
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Según la Conred, 2.2 millones de personas resultaron afectadas, además de incontables daños materiales y a la infraestructura pública. Las principales pérdidas se registran en viviendas y pérdidas de las siembras y cosechas.
Los departamentos con mayores daños fueron Alta Verapaz, Izabal, Baja Verapaz, Chiquimula, El Progreso, Quiché, Quetzaltenango y Zacapa, entre otros. Muchos de los lugares afectados, nunca habían sufrido de inundaciones. Pero, estos dos fenómenos revelaron que en Guatemala existen áreas que están en un riesgo insospechado ante desastres naturales, y por lo tanto, la prevención se complica aún más.
La nueva vida en Chisec y Setzí
Los números se dicen fácil, pero la realidad en las comunidades es diferente. Ver las viviendas, la mayoría fabricadas solo con madera y láminas, completamente destruidas o sumergidas, es una situación muy difícil de asimilar.
Uno de los municipios con mayores daños es Chisec, en Alta Verapaz. El lugar aún sigue parcialmente incomunicado, el único ingreso es por Río Dulce, Izabal, debido a que una poza de más de tres metros continúa impidiendo el tránsito desde Cobán.
Solo se puede pasar en canoa, luego se debe de tomar un "tuc tuc" para llegar hacia el área adonde llegan los buses públicos. No hay paso para los vehículos privados en la zona, y desde la capital, son nueve horas de camino.
Según el alcalde de Chisec, Fidencio Lima Pop, de las 183 comunidades que conforman el municipio, 83 aún siguen bajo el agua. Algunos poblados siguen incomunicados, por lo que los pobladores fabricaron canoas para poder llegar al caso urbano.
Este es el caso de la aldea Setzí, ubicada a una media hora de Chisec. En el lugar viven 258 familias, de ellas, 70 fueron afectadas, luego que sus viviendas quedaran bajo el agua. Y no solo fue la casa, también perdieron sus siembras y cosechas de subsistencia, sus animales de granja, su ropa y utensilios de cocina. Son muy pocas cosas las que lograron rescatar.
Subsistencia
Donde antes había carretera, ahora hay agua. Se ve como si se tratara de una laguna, pero es agua empozada. Incluso, ahora hay peces, que fueron arrastrados con las corrientes de los desbordes de los ríos cercanos a la aldea.
Algunos niños aprovechan la oportunidad de pescar y no lo hacen solo por diversión, sino para llevar alimentos a sus hogares. Todos están afectados, aunque sus viviendas no hayan quedado inundadas. La vida se encareció, solo ir a pueblo, les cuesta más de 40 quetzales, una cantidad impagable para la mayoría.
Según los residentes de Setzí, las autoridades les informaron que la inundación podría desaparecer en dos o tres semanas más. Aunque esto les genera satisfacción, hay mucha incertidumbre. No saben qué les depara el destino.
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