Un poco de trivia para esta semana.
¿Número de Estados miembros de la Organización de Naciones Unidas? Guatemala y 192 países más forman parte de esta entidad. La Santa Sede y la Autoridad Nacional Palestina son observadores. ¿Cuántos de éstos tienen relaciones con China? La inmensa mayoría: 177. ¿Y cuántos de ellos mantienen relaciones con Taiwán? Diecisiete, incluyendo seis pequeñas islas de Oceanía, cuatro del Mar Caribe y cuatro de Centroamérica.
Hasta el lunes, Taipei contaba con 18 aliados. Pero El Salvador se percató de que en el calendario dejó de ser 1972 hace varias décadas y estableció relaciones diplomáticas con la República Popular China, la segunda mayor economía del mundo (apenas superada por Estados Unidos).
Cada vez somos menos quienes nos decantamos por reconocer al gobierno de Taiwán, establecido en la isla de Formosa: somos una especie en peligro de extinción.
Costa Rica dio el campanazo hace cinco años. El Istmo se había mostrado granítico en su apoyo a Taiwán desde los años 60, hasta que San José se desmarcó y recibió, a cambio de ser el primero en darle la espalda a Taipei, inversiones por 2 mil millones de dólares, un estadio olímpico y una refinería. En los últimos meses, también República Dominicana y Panamá se fueron con Beijing y ahora, sólo nuestro país, Honduras, Nicaragua y Belice quedan en la columna “a favor” de Taiwán.
Difícil entender por qué. El argumento de siempre es que Taipei “es un gran amigo de Guatemala”. Claro. Nos quieren tanto que hasta sobornaron al ex presidente Alfonso Portillo con 2.5 millones de dólares para evitar que nuestro reconocimiento se hiciera humo.
También, eso sí, proporcionan becas, apoyan en la construcción de carreteras, donan equipo médico y nuestros presidentes tienen garantizado que se les otorgue la orden Chiang Kai-sek cuando, tarde o temprano, se van de gira oficial por el territorio.
Guatemala no tiene ninguna razón apremiante para romper relaciones diplomáticas con Taiwán. Pero tampoco existen argumentos de peso para darle la espalda a las oportunidades que surgirían si nos sumamos al barco en el que navegan 177 países que han comprendido por dónde se mueven las aguas. Y la corriente va con la que será, en breve, la mayor economía del mundo.
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