“Cuando mataban mujeres en Guatemala guardé silencio y no protesté, porque a mí no me afectaba. Cuando mataron a una de las mías ya era demasiado tarde para protestar”. Las palabras son de Jorge Velásquez, cuya hija Claudina salió la mañana del 12 de agosto de 2005 rumbo a la universidad. No volvió jamás. La joven tenía apenas 19 años.
Sus angustiados padres denunciaron su desaparición en la madrugada del día siguiente, solo para toparse (y frustrarse) con la indiferencia.
Trece años después, y aunque la Corte Interamericana de Derechos Humanos condenó al Estado de Guatemala por la falta de diligencia en atender e investigar el caso, siguen sin saber quién mató a su hija, cuyo cuerpo apareció con señales de tortura al día siguiente
Rosa Franco Sandoval se enfrentó en 2001 con la misma negligencia, ruda y cruel, cuando su hija, María Isabel, de 15 años, tampoco retornó a su casa el 16 de diciembre. La estudiante de tercero básico había pedido permiso para trabajar durante sus vacaciones. Era sábado. Un amigo iba a regresarla a su casa. Cuando eso no ocurrió, su mamá acudió a la policía.
Pero los agentes no querían, siquiera, recibir la denuncia, bajo la excusa de que debían pasar “de 24 a 72 horas” para aceptarla. La CIDH también condenó a Guatemala por este caso. Hoy, 17 años después, el asesinato de María Isabel continúa impune. Su cuerpo apareció con señales de tortura a los dos días. Se le clasificó como “XX”. La señora Franco acudió a la morgue de Mixco porque escuchó en un noticiero que habían encontrado a una mujer, y por eso exigió verla. De no ser por su intervención directa, quizá nunca hubiese podido enterrarla.
Las familias de María Isabel y Claudina Isabel se reunieron esta semana en el Ministerio Público para estar presentes en el lanzamiento de un nuevo protocolo de alerta, cuyo objetivo es evitar que tragedias como éstas vuelvan a repetirse. Se pretende que las autoridades competentes presten atención a la denuncia y agilicen la búsqueda. Nada de “tenga paciencia, de plano anda con el novio” o “¿no será que se fugó?”, como respuestas.
Dos mujeres desaparecen al día en Guatemala. El nuevo protocolo exige que a cada una se le preste atención; esa misma atención que no se les dio ni a los Franco ni a los Velásquez. No es casualidad que tanto la madre de María Isabel como los padres de Claudina Isabel estuviesen presentes en el acto de lanzamiento de la alerta que lleva el nombre de sus hijas. Porque fue gracias a que no guardaron silencio y también por su vigorosa protesta que se hizo posible activarla.
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