Trabajaba como agricultora en una parcela, pero sus deseos de superación la impulsaron a buscar más oportunidades. María Rebeca López, una joven de Nebaj, Quiché, logró vencer la extrema pobreza y se convirtió en una pequeña empresaria.
Su historia fue contada por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), quienes apoyaron a la joven en su capacitación, la cual le permitió establecer su propia granja.
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María empezó a trabajar como agricultura en una pequeña granja, donde no ganaba mucho. Al cumplir los 19 años, compró una máquina de coser y aprendió a bordar huipiles, pero tampoco era suficiente para mantener a sus padres y a sus dos hijos.
Sus ingresos poco le alcanzaban para tres alimentos al día, pensó en mudarse para buscar trabajo, pero tuvo temor a la discriminación y al racismo. Justo en ese momento se enteró del Programa de Desarrollo Rural Ixil, de la FAO, donde inició su capacitación y construyó su primer invernadero, donde cultivó tomates y otros vegetales.
Aunque mejoró la alimentación de su familia, María no estaba satisfecha y quería aprender más, por lo que inició su capacitación en avicultura. Empezó con un gallo y una gallina que ponía tres huevos por semana. Su entrega y confianza en sí misma la ayudó a crecer. Ahora tiene más de mil gallinas en su jardín y un negocio próspero que, solo con la venta de huevos, le garantiza un ingreso de uno 9,630 quetzales mensuales.
La joven siguió capacitándose y logró inscribirse como única proveedora del programa de alimentación escolar. Antes de la pandemia vendía a las escuelas locales 600 huevos a la semana. Ahora, los vende de manera directa en su comunidad y en mercados locales.
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