Los médicos y enfermeros de los hospitales luchan para tratar de salvar la vida de las personas que están contagiadas con coronavirus, además de las otras personas que sufren de otros padecimientos. En ocasiones, el personal tiene que evitar quebrarse para darles ánimos a los enfermos.
Sin embargo, una doctora ha tenido que librar dos batallas: tratar de curar a los enfermos y ver a su pequeño hijo de cuatro años hospitalizado, pues contrajo el coronavirus.
Anna Zimmerman es especialista en neonatología en Denver, Colorado y relató al New York Post la situación que atraviesa luego de observar que el pequeño Lincoln empezaba a mostrar síntomas, como complicaciones para respirar.
“Le costaba tanto respirar, estaba usando todos los músculos de su pecho, abdomen y cuello para poder respirar," cuenta la madre en su blog Mighty Littles, donde narra historias de sus pacientes recién nacidos. "Como madre fue una tortura verlo batallar así".
Primero, el pequeño fue diagnosticado con neumonía por lo que le dieron antibióticos y terapia de oxígeno para realizar en su casa, pero la situación no mejoraba y cada vez se ponía peor.
El 30 de marzo, Lincoln ingresó al hospital infantil Rocky Mountain debido a que se le dificultaba respirar. El segundo día que estaba hospitalizado fue sometido a la prueba de coronavirus y salió positivo. Desde entonces, la doctora se quedó con su hijo y no regresó a casa con su esposo y sus hijas para evitar la propagación del virus.
Sin embargo, tras varios días de luchar, el niño pudo recuperarse y el 6 de abril fue dado de alta del hospital, pero ha requerido de terapias de oxígeno para continuar con su recuperación en casa.
Asimismo, la doctora Zimmerman recomendó a los padres no quedarse únicamente con las radiografías de pecho y los análisis de sangre, pues no arrojaron mayor complicación en la salud de su hijo, sino hasta que se le hizo la prueba de COVID-19.
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