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Así extorsionan desde el Congreso

  • Por Soy502
11 de diciembre de 2017, 05:07
Dos de los diputados más señalados de esta legislatura: Javier Hernández y Estuardo Galdámez. (Foto: Archivo Soy502)

Dos de los diputados más señalados de esta legislatura: Javier Hernández y Estuardo Galdámez. (Foto: Archivo Soy502)

Dicen que es una "nueva" modalidad de extorsión de los diputados, pero yo no creo que la hayan inventado, simplemente la están redescubriendo. Y como es costumbre de los congresistas/delincuentes, están abusando de ella desde el principio.

Resulta que los parlamentarios cuya misión en la vida es hacer fortuna a costa de su curul, están utilizando una forma no tan sutil de competir con los pandilleros, pero a alto nivel.

El modus operandi es el siguiente: redactan una iniciativa de ley que toca grandes intereses, se las arreglan para obtener dictámenes favorables o aprobación en primera y hasta segunda lectura, y ya con la guadaña afilada, citan a los personajes cuyos intereses se verían afectados.

El tiro es exigir dinero a cambio de realizar las modificaciones necesarias para que el decreto final no afecte, y si posible favorezca,  a quienes puede resultar incómodo.

Cuando me lo contaron fuentes que lo saben de primera mano, no me extrañó. ¿Qué se puede esperar del Congreso que intentó aprobar el #PactoDeCorruptos mediante el cual se excarcelaban 400 delitos tipificados en el Código Penal? ¿El mismo cuyos operadores más conspicuos están al servicio de la plana mayor de detenidos en el Mariscal Zavala? ¿El que ha intentado ha fracasado ya tres veces en elegir una Junta Directiva que más parece una lista de delincuentes que una planilla de legisladores capaces de dirigir un Organismo de Estado? 

Así como hace unos años era “vox populi” que había funcionarios dedicados a extorsionar con los pagos a proveedores del Estado, por ejemplo, los constructores de carreteras, ahora es otro secreto a voces que hay legisladores operando para mantener el statu quo de la corrupción.

En lugar de sucumbir a las exigencias de esta gavilla de impresentables, los guatemaltecos deben unirse para denunciarlos. Si eso hubieran hecho hace años, la corrupción no hubiera inoculado el sistema hasta el punto de volverlo insostenible e inoperante.

Entiendo que hace 15 años, no digamos hace cinco, era impensable atacar a ese monstruo cuyos tentáculos, incrustados por doquier, parecían imbatibles. Pero ahora está visto que la corrupción se puede frenar si alguien con suficiente coraje se levanta y dice “¡no!”.

Las transas de los diputados extorsionistas, los depredadores del presupuesto, los “empresaurios” disfrazados de políticos, los que tienen por única misión incrustarse en el poder para gobernar como mafiosos, traficando favores, y enriquecerse en el proceso, merecen ser expuestos a la luz pública y denunciados.

Aunque chillen y corcoveen, su dominio de las tinieblas colapsó bajo el Partido Patriota y está destinado a desaparecer.

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