Con casi 15 mil casos confirmados y cerca de 600 muertos, la pandemia provocada por el nuevo coronavirus sigue extendiéndose en Guatemala, sin que las autoridades sanitarias hayan podido incrementar el número de pruebas realizadas en más de un mes. La meta de cinco mil pruebas diarias establecida por la Comisión Presidencial para la Emergencia del Covid-19 se ve aún lejana.Por esa razón, Soy502 habló con un grupo de cuatro médicos reconocidos que plantearon una serie de dudas que las autoridades sanitarias deben responder para combatir el Covid-19 con herramientas científicas.
1. Pruebas, sí, ¿pero cuáles?
Existen varios tipos de pruebas con diferentes debilidades y fortalezas. Para Guatemala, la prueba ideal debería ser: 1) barata 2) rápida y 3) exacta. Las pruebas más exactas son las moleculares, pero no son baratas ni rápidas. Las pruebas de antígenos son más baratas y más rápidas, pero son menos exactas. Para elegir el tipo de pruebas que el país necesita comprar, primero es necesario definir qué objetivo se busca con las pruebas.
A grandes rasgos, existen tres tipos de pruebas: 1) Pruebas moleculares, capaces de detectar con exactitud el patógeno causante de la pandemia, en este caso, el nuevo coronavirus SARS-CoV2; 2) pruebas llamadas "de antígeno", que también pueden confirmar la presencia del virus; y 3) pruebas serológicas, generalmente de sangre, que determinan si una persona cuenta con evidencia inmunológica de que ya estuvo expuesta al SARS-CoV2 (son las menos confiables y en Guatemala no están autorizadas).
2. ¿Qué tipo de pruebas están usando?
A cuatro meses de iniciada la pandemia, en Guatemala todavía no está claro qué pruebas están usando las autoridades sanitarias y para qué.Se sabe que se cuenta con pruebas moleculares y de antígeno, de ambos tipos, pero el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social no ha informado de:
- El número total de pruebas disponibles, cuántas moleculares, cuántas de antígeno
- Las especificaciones y marcas de las mismas
- Disponibilidad de material de extracción y reactivos para procesarlas
- Tiempo necesario para obtener resultados (después de 72 horas la eficacia en la respuesta disminuye considerablemente)
- Capacidad de realizar pruebas móviles, en puntos de atención y sin que sea necesaria tecnología sofisticada
- Cuántas pruebas está haciendo el sector público y cuántas el sector privado
3. La estrategia de testeo, ¿para cuándo?
A partir de mediados de marzo, el gobierno empezó a informar con regularidad cuántas pruebas de Covid-19 se realizan al día. Sin embargo, el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social aún no ha establecido cuáles son las estrategia y los objetivos que se persiguen con ella.
Pese a que ha habido casos, como por ejemplo los primeros contagios o los brotes en maquilas, en donde se informó que se llevó a cabo un rastreo epidemiológico, da la impresión que la mayoría de test en Guatemala se hacen con el fin de diagnosticar a personas que sospechan estar infectadas, y no para buscar casos, seguirlos y detener la propagación del virus (como se hizo eficazmente en varios países de Asia).
La logística y las medidas sanitarias que se derivan de una estrategia de diagnóstico son muy diferentes al nutrido equipo epidemiológico y la tecnología que se necesita para aplicar una estrategia de búsqueda de contagios.
4. ¿A quién le hacen pruebas?
Otro misterio son los criterios utilizados para determinar a quiénes se les realiza una prueba y a quiénes no. Cuando se habla de la necesidad de una estrategia de pruebas "masiva", no significa que éstas se hagan en cantidades, sin distinguir prioridades. Como los recursos son limitados y el tiempo para modificar las curvas de la epidemia, más aún, resulta imperativo determinar con protocolos claros y transparentes, cuáles son los grupos prioritarios a quienes se les debe hacer pruebas.
Los médicos consultados indicaron que si la cantidad de pruebas disponible es limitada, éstas se reservan para los enfermos y más vulnerables. Por consiguiente, si las personas a quienes se les hace la prueba ya sospechan estar contagias o presentan síntomas, entre ellas el porcentaje de positivos será mayor. Si la cantidad de pruebas disponibles es mayor, entonces también crece el número de personas que tienen acceso a la prueba. En este segundo caso, se podría observar mejor la prevalencia real de la enfermedad en la población y se podría asimismo entender con mayor precisión en qué fase de la epidemia nos encontramos).
Por el momento, activistas y diputados han denunciado deficiencias no solo en el reporte de los datos de la pandemia (cuentas que no cuadran, decesos se omiten o se repiten, retrasos importantes en la entrega de resultados, etc) sino omisiones en la información: por ejemplo la composición étnica de los grupos a los que se han hecho pruebas o su ubicación geográfica.
5. Los guerreros y sus armas
Una epidemia se combate en varios frentes pero hay dos muy importantes: el de la prevención y contención, que se pelea más que todo a nivel comunitario, y el del tratamiento de los pacientes delicados, que requiere hospitales.
Para evitar que el SARS-CoV2 se propague, resulta crucial identificar a los infectados a tiempo, aislarlos y rastrear a sus posibles contactos para determinar si se contagiaron o no. Esa tarea requiere de tecnología de punta (que puede plantear temas legales de derecho a la privacidad) o auténticos escuadrones de investigadores, que al mejor estilo de los detectives, buscan a la red de personas a las que pudo contagiar un positivo. Aquí también hay preguntas sin respuesta:
- ¿Qué capacidad tiene en este momento el Ministerio de Salud para hacer ese trabajo?
- ¿A cuántas personas adicionales necesitaría contratar y capacitar para hacer ese tipo de rastreo del Covid-19?
- ¿A cuántos contactos podría seguir cada una de estas personas para enfrentar la epidemia con eficacia?
En cuanto a la atención hospitalaria, se ha anunciado en reiteradas ocasiones que el gobierno ha construido al menos cinco hospitales de campaña para atender la pandemia. Sin embargo, todavía no se ha informado con total transparencia cuáles son los recursos hospitalarios por región con los que cuenta el país (camas hospitalarias, camas de intensivo, oxígeno, ventiladores funcionales).
Mientras numerosos médicos han denunciado formal e informalmente que los hospitales están ya colapsados y que no cuentan con suficiente ni adecuado equipo de protección, la Presidencia sigue desmintiéndolo.
Se ignora cuál es el recurso humano (médicos especialistas, residentes, técnicos respiratorios, personal de enfermería) con el que se cuenta actualmente el país en el sistema público y la red privada y cuántas contrataciones deben realizarse para fortalecer la sanidad. Tampoco se sabe cuál es el inventario en equipo de protección personal para los médicos y cómo se piensa abastecerlos, pues es crucial preservar su salud en la emergencia.
6. ¿Qué tan letal es el Covid-19?
Universidades y tanques de pensamiento, locales e internacionales, han publicado datos comparando la letalidad de la pandemia de Covid-19 en el mundo. Sin embargo, los expertos advierten que estos datos a menudo son engañosos mientras la pandemia esté en curso.
Una forma de hacer comparaciones sobre mortalidad en el país, sería contar con los registros de decesos totales para abril, mayo y junio de 2019 y compararlos con los de los mismos meses de 2020. Evidentemente, no se sabrá cuántas vidas habrá cobrado el Covid-19 en Guatemala hasta que el brote termine, lo que tomará aún varios meses.
7. ¿Dónde quedará la data?
Cada paciente que se somete a una prueba de Covid-19 tiene debe llenar una ficha inmunológica. Los médicos e investigadores sociales que deseen analizar el impacto de la pandemia, deberían tener acceso a este banco de información que será muy valioso. El MSPAS debería configurar una plataforma para que esos datos sean accesibles al público en una forma amigable y compatible con herramientas estadísticas de análisis.