Una tarea que dejó pendiente Thelma Aldana en el Ministerio Público fue la busca y captura de más de dos docenas de prófugos de alto perfil que andan desperdigados por el mundo, disfrutando de los réditos de la corrupción como si nada hubiera pasado.
Recordé esa lista hace unos días, cuando cayó preso el ex diputado y ex ministro Luis Rabbé, en Monterrey, México. Como sucede con todos los señorones, Rabbé ya cuenta con un buen abogado que no escatimará esfuerzos para retrasar la extradición lo más posible.
Los contactos políticos internacionales y los defensores de alto calibre han sido muy eficaces para ahorrarle el incómodo retorno a varios personajes polémicos, como el ex candidato presidencial Manuel Baldizón o el ex ministro Erick Archila.
Otros, en cambio, parecieran haberse esfumado en el éter, notablemente el famoso Fisiquín, Alejandro Sinibaldi, quien huyó del país hace ya dos años y de quien solo escuchamos rumores, como que pasa temporadas en Guatemala y que está negociando una forma “benigna” de entregarse a la justicia.
Para la nueva Fiscal General, Consuelo Porras, encontrar, detener y extraditar a varios de estos prófugos, especialmente a los más escurridizos, sería una demostración de voluntad política y capacidad de ejecución.
La lista pública de guatemaltecos buscados por Interpol tiene, al momento de escribir esta nota, 87 nombres. Sigo sin entender por qué no figuran ahí algunos de los más connotados, como el mismo Sinibaldi o el ex diputado Baudilio Hichos o los hermanos Carlos Raúl y Jorge Eduardo Ruiz Vásquez, los famosos “Fuchos”, acusados de pagar sobornos y lavar dinero para Otto Pérez y Roxana Baldetti.
El único acusado de corrupción prominente que aparece en la página de Interpol es el diputado oficialista, Edgar Ovalle, alias Puñalito.
De forma insólita siguen saliendo en la lista algunos personajes de la guerra fría como Donaldo Álvarez Ruiz de quien solo cabe preguntarse si estará momificado en un rincón del continente.
Pero volviendo a los prófugos vigentes, resulta inaceptable que las autoridades les permitan vagar por el mundo o vivir escondidos en Centroamérica. Bastaría darle seguimiento a las personas cercanas a estos personajes para caerles y llevárselos del pescuezo, como hicieron con el gobernador mexicano Javier Duarte, que fue detenido en Sololá.
La lista de prófugos es un área de oportunidad para Consuelo Porras. Ojalá la tomara para demostrar que quiere y puede borrar de la lista de pendientes una tarea que fue abandonada hace demasiado tiempo.
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