Marco Rubio es una de esas figuras políticas curiosas. Después de haber tenido momentos en sus comienzos muy prometedores parece haber entrado en una deriva de irrelevancia y meteduras de pata que le han convertido en una especie de Linares Beltranena del Senado de los Estados Unidos.
Algunos de los últimos episodios de la política gringa, especialmente los reclamos que los progresistas le hacen por su postura a favor de la tenencia de armas después del último asesinato masivo en Florida, le convierten en uno de los políticos más odiados por la izquierda.
Tampoco es estrella de la derecha. Pese a que ha cambiado su actitud hacia el Presidente Trump, no se encuentra entre sus aliados más afines. No hay que olvidar que fue Trump quien le puso el apodo de “Little Marco” o “pequeño Marco”.
Un político menguado y a la deriva, que está intentando encontrar otra vez su espacio y que, entre sus poco comunes estrategias, apoya a Jimmy Morales casi en solitario.
Si recuerda el amable lector el mes de enero, se dará cuenta que Rubio ya estaba subido al barco pro Jimmy. Dijo sin empacho y después del non grato que era un amigo de Estados Unidos y aliado en la lucha contra la corrupción. Cortesía para nuestro Presidente de financistas pro Israel del Senador.
No fue el caso de los Bitkov, por tanto, el que le hizo cambiar de postura sino el que le dio una excusa para echarle otro cable a Morales.
Este caso completamente marginal en la agenda de CICIG, que no afecta a los grandes actores políticos del país también activó a Bill Browder, un multimillonario al que alguien ha convencido de que atacar a la Comisión es atacar, nada más y nada menos (carcajadas), a Putin.
No hay que descartar que el lobby contratado por la coalición de estatus quo también esté en acción, coordinando de alguna manera e insistiendo en que los cañones sigan apuntados hacia CICIG.
Mis respetos, quien haya operado todo esto le está haciendo daño a CICIG por primera vez de manera creíble. La estocada no es definitiva pero sangra.
Los vuelos de esta acción a corto plazo no parecen ser tan altos. El apoyo a CICIG en Estados Unidos ya se está activado y trabaja para desembolsar el presupuesto. El financiamiento 2018 es bastante seguro en ese sentido, el de 2019 puede ser puesto en entredicho.
Se juntaron el hambre con las ganas de comer y se le abre un nuevo frente a CICIG. Un ricachón con obsesiones, un Senador que no se encuentra y una clase política que se aferra a este revés como el último salvavidas. Tan poquito que hace falta, en nuestra debilidad, para hacernos daño.
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