Pasaban por el lugar cuando uno de los agentes se percató de las precarias condiciones en las que vivía doña Santos y su familia. Sin pensarlo dos veces, se propuso ayudarla y a partir de ese día comenzó a pedir cooperación para darle una sorpresa.
María Santos Santiago López, una mujer de 67 años, residente en el caserío San Antonio, aldea El Carrizo, Comapa, Jutiapa. Vivía en una casa armada con plásticos y bejucos de madera, no más grande que un vehículo compacto. Su techo, unas láminas viejas, el piso: la tierra.
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El agente: Carlos Arturo Méndez Esquivel, con 18 años de servicio y activo en la actualidad. Conoció a doña Santos el 12 de diciembre cuando efectuaba su rutina a través del programa Modelo Policial de Seguridad Integral Comunitaria. Allí se percató de las precarias condiciones en las que vivía la mujer de 67 años, su esposo y una menor.
Al ver esa situación, el agente Esquivel no buscó a sus superiores, tampoco recurrió al Gobierno. Buscó a sus amigos, a sus compañeros y a personas de buen corazón para que donaran dinero y así iniciar una construcción, sencilla, pero que se convertiría en el hogar de doña Santos.
Ese mismo 12 de diciembre una amistad le dio 2 mil 200 quetzales; y otras personas que viven en los Estados Unidos colaboraron con 1 mil dólares. También regalaron una cama en buenas condiciones.
El resultado, un regalo de amor, una vivienda formal para doña Santos y su familia quienes agradecieron el gesto del agente Méndez Esquivel, quien empezó con la iniciativa, pero que contó con el apoyo de decenas de personas que colaboraron económicamente, otros brindando su mano de obra y hasta niños que ayudaron en la construcción.
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