Las gotículas y el contacto con manos y superficies son las principales vías de contagio de la COVID-19, pero están "emergiendo pruebas" de una transmisión aérea, indicó la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Gotículas
El primer modo de transmisión del coronavirus probado es el de las gotículas, pequeñas gotas de saliva que expulsa una persona infectada al toser o estornudar, pero también cuando canta o habla.
El virus utiliza ese entorno húmedo como vector, y puede infectar a otra persona si alcanza su boca, su nariz o sus ojos, por donde pasa a las células de las vías respiratorias.
Los científicos consideran que ello requiere de un contacto cercano, de alrededor de un metro.
En cambio, esas gotículas de entre 5 y 10 micras son relativamente "pesadas" y caen rápidamente, no permanecen suspendidas en el aire.
Contactos y superficies
El virus también puede fijarse en una superficie manchada por las gotículas, como las manos, los pañuelos u otros objetos (pomos de puerta, botones en ascensores..). Si una persona sana los toca y luego se toca la cara, puede contagiarse.
Diferentes estudios han mostrado que el coronavirus puede permanecer mucho tiempo en superficies inertes, como el plástico o el acero, desde varias horas e incluso días si la temperatura y la humedad son favorables. Sin embargo, al cabo de unas horas, solo quedan restos, una cantidad insuficiente para contagiarse.
¿El contagio también puede producirse por el aire?
Y sin el envoltorio húmedo, ¿sobrevive el virus suspendido en el aire? ¿Es lo suficientemente activo como para contaminar a otras personas?
Este tipo de transmisión "no puede descartarse", señaló la Organización Mundial de la Salud (OMS) la semana pasada. Sobre todo, apuntó en una ficha actualizada el jueves, en "algunos lugares cerrados, como sitios muy frecuentados y mal aireados" y cuando la gente permanece en ellos "durante un periodo de tiempo largo". ¿Por ejemplo? Las corales, los restaurantes o las clases de deporte.
En esos casos, el virus sería transportado por aerosoles, procedentes de la evaporación de las gotículas o por la simple respiración de los portadores del virus. Más pequeños (menos de 5 micras), esos aerosoles pueden mantenerse suspendidos en el interior y ser inhalados por otras personas.
"Sin embargo, las pruebas deben ser reunidas e interpretadas", matizó una portavoz de la OMS.
Este cambio de tendencia llegó tras la publicación de una carta abierta de más de 200 científicos que reclamaban que se aplique el principio de precaución frente a la acumulación de pistas sobre "la potencial transmisión aérea de la COVID-19".
En ese texto, publicado en la revista Clinical Infectious Diseases de Oxford, los investigadores consideran que un enfermo puede contagiar a otra persona que se encuentre a más de dos metros de distancia.
A mediados de marzo, un estudio publicado en el New England Journal of Medicine (NEJM) mostraba que el nuevo coronavirus podía sobrevivir en un laboratorio durante tres horas en forma de partículas de aire.
El estudio también concluye que las partículas del virus contenidas en esos aerosoles producidos experimentalmente pueden infectar a células in vitro, incluso después de tres horas.
Se han publicado otros estudios en la misma línea, pero de momento no se ha probado que esas partículas de coronavirus puedan provocar infecciones en la vida real.
¿Cómo repercutiría en la prevención?
Esa hipótesis hace que sea "deseable el uso de una mascarilla adaptada, al pensar que personas infectadas pueden encontrarse cerca, y airear suficientemente los espacios cerrados", consideró el 15 de abril Matthew Meselson, profesor de la Universidad de Harvard.
"La mascarilla está en el centro de la estrategia de prevención", observó por su parte Franck Chauvin, presidente del Alto Consejo francés de Salud Pública (HCSP), pese a que hace unos meses solo se recomendara su uso para enfermos y personal sanitario.
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