Los taxistas son uno de los principales indicadores de la opinión pública. Lo saben todo. Son un oráculo de consulta popular. Se ven los grandes presupuestos de las principales consultoras de opinión popular, dándose meses de trabajo para concluir lo que el taxista le dice a uno del centro histórico a la zona 10.
Esa mañana Arzú había ido al Ministerio Público a tratar de confrontar a Thelma Aldana y a Iván Velásquez. La región del Polochic estaba a punto de colapsar –y colapsó y sigue colapsada y apenas algunas personas se dieron cuenta-.
La conversación con don José era fundamental, alguien le tiene qué explicar a uno qué pasa con el país.
Y don José lo sabía.
Mire, yo tengo que trabajar 16 horas al día para poder llevar la comida a la casa, tengo 4 hijos que están estudiando y los precios no dejan de subir. Además los patojos son adolescentes y esos se comen lo que uno les ponga enfrente. El otro día llevé dos libras de carne, una bolsa de carbón y 100 quetzales usted, así no se puede.
Ese señor ya está muy viejo, usted, ya no le atina a lo que dice. Pasa que los políticos hacen cosas, algunas buenas, otras malas, pero cuando no se quitan de ahí, empiezan a hacer puras tonteras.
A mí me quisieron extorsionar. Me fueron a dejar un teléfono a la puerta de la casa donde guardo el carro. Lo prendí y como a eso de las 10 de la mañana me llamaron. Yo les dije mandame a quien querrás, yo no estaba con vos cuando andabas haciendo tus fechorías, yo no estoy con vos en la cárcel, yo trabajo, no voy a estar con vos en esta ¡?*>dera, mandámelos que yo también me sé defender.
Yo le cuido un terreno a un mi vecino y cuando estos empezaron a molestar, él se fue a comprar un arma para que le cuidara el terreno. “Puchis usted”, me dijo, “más fácil comprar un arma que vacunar al niño”.
Mire yo tenía 14 años cuando me fue a jalar el ejército allá en Salamá. Estuve en la base de Poptún 3 años, entre 1981 y 1983. Me tocó con Ríos Montt. Ya vio que la Zury anda haciendo campaña, todos estos son iguales usted, gente que se aprovecha.
A ver en qué para todo esto usted, yo oigo la radio (y eso que los taxistas suelen escuchar precisamente la radio del monopolio de la desinformación) y todo está de cabeza, el Jimmy (así, con el artículo antes del nombre) no sabe nada, de verdad se hubiera quedado mejor en la tele. Pero los políticos se van y nosotros nos quedamos. Por eso hay que seguir chambeando, usted.
Y por eso, efectivamente, hay que seguir trabajando. Corazones de 16 horas laborales.
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