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Después de la confesión, el propósito de enmienda

  • Por Soy502
11 de agosto de 2017, 01:26
Los empresarios de la construcción han reconocido los problemas de corrupción de su sector. (Foto: Wilder López/Soy502)

Los empresarios de la construcción han reconocido los problemas de corrupción de su sector. (Foto: Wilder López/Soy502)

En la tradición católica, reconocer los pecados debe ir acompañado del propósito de enmienda. En otras palabras, del “no lo vuelvo a hacer”. 

Esto viene al caso por lo que sucede en la Torre de Tribunales desde hace una semana, ya que escuchamos, de nuevo, conceptos similares repetidos por algunos de los implicados en los casos La Línea, Cooptación del Estado, Botín Registro de la Propiedad y otros.

En su momento, por ejemplo, Salvador Estuardo González, alias Eco, además de dar a conocer con lujo de detalle cómo administraba las empresas de cartón del “1” y “la 2”, pidió disculpas a su familia. Juan Carlos Monzón fue más allá al pedir perdón a todo el país. 

En los últimos días, los empresarios sindicados de ser parte del entramado Construcción y Corrupción no solamente han pasado frente a la jueza Erika Aifán como si de confesionario se tratase, sino que además han expresado legítima contrición, como ha sido el caso de Walter López quien pidió disculpas a todos los afectados, o Pedro Luis Rocco quien aseguró que ceder a chantajes y pagar sobornos “no era la manera como Guatemala podía progresar”. Rocco también habló de enmendar la plana. A título personal y también corporativo.

Lo que se ventila por estos días en la sala de la jueza Aifán es la evidencia tangible, con nombres, apellidos y montos, de cómo se hacían las "transacciones" en el país para que la cosa “caminara”. Dina Fernández recordaba en este espacio que ha habido gobiernos “más groseros” que otros, pero lo cierto es que la mordida era la regla, no la excepción.

 

Y no solo en el momento de pactar construcción de carreteras o puentes. ¿Quiere sacar un producto que languidece en las aduanas, a pesar de que ya cumplió con los procedimientos de ley? Pues pásese el fajo de billetes. ¿Se chocó y desea evitarse trámites engorrosos? La solución mágica lo representa el “billete sobre billete”. ¿Sale más barato el huevo de contrabando? Dele viaje. Consúmalo.

El caso Construcción y Corrupción representa una nueva sacudida para esta sociedad. Nos enfrenta con esas incómodas realidades que todos sabían pero pocos desafiaban. Por miedo a represalias, dicen algunos. Porque la empresa quebraba, justifican otros. Porque nadie estaba para Quijote. Porque aquí “es lo normal”, como dice hasta el presidente.

 

Más no. No es lo normal. La corrupción es lo que nos tiene de rodillas. Con índices de desnutrición pavorosos. La que causa que todos los días expulsemos a hombres, mujeres, niños y adolescentes, todos despavoridos en busca de una oportunidad. El espejo en que nos reflejamos con lo que sucede por estos días en tribunales nos hace lucir mal, muy mal.

Ahora bien, si nos tomamos en serio el propósito de enmienda a todo nivel (sí, desde dejar de comprar discos pirata o ver cómo nos saltamos un impuesto) podríamos alcanzar una meta que se me antoja soñada: que Alejandro Sinibaldi sea el último de los ministros de Comunicaciones que se sintió con plena libertad para extorsionar a los constructores. 

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