Las personas que se resisten a colocarse la vacuna contra el Covid-19 han llevado su miedo al límite, tal como un hombre de 50 años de Biella, al noroeste de Italia, quien se presentó al centro de vacunación utilizando un brazo de silicona en el que pretendía que le pusieran la inyección.
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Su estrategia fue porque esperaba conseguir el llamado "pase verde", que se exigirá en Italia a partir del lunes para entrar en los lugares de ocio, bares y restaurantes.
Solo los vacunados y quienes hayan pasado la enfermedad en los últimos seis meses pueden acceder a este certificado con el que el Gobierno de Mario Draghi pretende impulsar la campaña de vacunación.
De momento lo está consiguiendo, pues recientemente ha aumentado el número de primeras dosis puestas por las autoridades sanitarias.
El truco del antivacunas de Biella no funcionó, debido a que la enfermera que tenía que inocularle el suero descubrió el engaño, tras lo cual el hombre, que acabó siendo denunciado ante los Carabinieri, trató de convencerla para que le siguiera el juego.
Según informaron los medios locales, se trataba de un dentista antivacunas de esta localidad que está suspendido por mantener esta posición. Todavía queda no obstante un 12% de italianos mayores de 12 años que aún no se han puesto ni una sola inyección contra la Covid-19. Son 6.3 millones, 2 millones menos que a principios de octubre.
"Desde el punto de vista emotivo, era un día intenso porque al final tenemos a los que no quieren vacunarse. Algunos se enfadan o lloran. "Es difícil", reconoció Bua, que al principio pensó que el hombre que intentó engañarla tenía una prótesis debido a una amputación. Cuando intentó entonces ponerle la inyección en el otro brazo, descubrió que también era de silicona y destapó el engaño.
"Sonrió, confesó y se fue", contó la sanitaria, que informó a continuación a sus superiores, que se encargaron de presentar la denuncia.