A mediados de la Semana Santa, los socios del café Rayuela iniciaron una labor social que busca apoyar a las personas que no tienen para comprar un plato de comida. El miércoles 8 de abril se inició con la entrega de raciones de comida que rápidamente aumentó la cantidad de personas que buscan algo que comer en la zona 1.
Al principio, las personas sin hogar eran las que se acercaban sin dudarlo, pero poco a poco se han sumado vendedores ambulantes, personas de la tercera edad y todo aquel que requiera de ayuda para alimentarse y darle comida a su familia.
Comenzaron entregando cerca de 90 platos de comida durante los primeros días. Actualmente entregan más de 700 almuerzos y la cifra sigue aumentando.
Soy502 volvió unos días después para conocer cómo se han beneficiado las personas que todos los días reciben su almuerzo hecho con amor y aderezado con solidaridad.
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El carpintero
Don Marco Antonio Pedroza Chávez es un carpintero que ha perdido su trabajo a consecuencia de la crisis que ha generado la expansión del coronavirus en el país.
“Tengo ocho días de venir aquí para comer. Es una buena labor lo que están haciendo aquí. Ahorita no hay trabajo, gracias a estar personas que hacen esto para que muchas personas puedan comer”, cuenta el hombre de 75 años quien se arriesga a salir a la calle, pese a las medidas que sugieren que los mayores de 60 años permanezcan en casa.
Migrante petenero
Elmer Estuardo es un joven que llegó desde Petén a la ciudad de Guatemala para encontrar un trabajo y así ayudar a su familia que se quedó en el norteño departamento del país, pero desde que inició la cuarentena, no ha podido encontrar algo, tuvo que dejar el cuarto que rentaba.
“Ya llevo varios días aquí y vengo a recibir comida. No tengo dinero para ni para comprar comida, ni nada. Yo soy de Petén, se me acabó el dinero, no he recibido la caja de víveres. Le doy gracias a Dios por las personas que ayudan a quienes no tienen un plato que comer.
El joven resalta que todos los días sale de un albergue que habilitó una iglesia evangélica en la zona 7, camina hasta la zona 1 para desayunar y almorzar.
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Vendedor ambulante
Fernando Luna es un joven que todos los días sale de su casa con la intención de vender algunos productos, pero desde que se decretó la medida de la cuarentena y el toque de queda no ha podido sostenerse como él quisiera.
“Tengo como dos semanas de venir aquí, pienso que es un buen proyecto el que tienen para ayudar a las personas que tienen una crisis económica. Muchas personas han sido suspendidas o despedidas de sus trabajos y eso nos afecta como vendedores informales, pues al no haber un flujo de dinero, disminuyen las ventas”, cuenta el muchacho mientras avanzaba en la fila de unos 150 metros de longitud.
Madre soltera
Himelda Roxana Mejía es una madre soltera y vendedora ambulante, pero que no ha podido encontrar trabajo desde el inicio de la cuarentena. Ella perdió el temor y lleva varios días que llega a Rayuela para tener algo que comer y darle a su hija.
“Yo vengo a comer aquí y me gustaría que siguiera pues es una gran ayuda para nosotros. A los niños les dan atoles, compotas y galletas. Ojalá que Dios se los recompense y les siga derramando para que puedan seguir ayudando a la gente no tiene para comer”, expresa.
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A la espera
Griselda Taltique llega con su hija también a la espera de un plato de comida, como lo dice ella muy nutritivo, de dieta pero delicioso. Ella se ha visto beneficiada no solo con alimentos, también con insumos para su pequeña.
“Su ayuda es una gran bendición. Aunque uno tenga trabajo en una empresa, tenemos que esperar hasta que termine la pandemia para poder regresar, entonces no hay sueldo y las reservar se terminan. Aquí no miran clases sociales. Ahorita no hay nada, no hay dinero hasta que pase la situación de la epidemia. La comida que nos dan aquí es rica y saludable porque nos nos dan ensalada. A mi hija también la han ayudado, le regalaron pañales, me dieron víveres para que ella tenga que comer. Cada dos o tres días le dan pañales”, resalta.
Heladero
Don Mario René López tiene 69 años y todos los días sale a vender helados, pero la situación se pone cada vez más complicada, por lo que es poco lo que logra obtener para llevar comida a su familia.
“He venido aquí desde hace tres días y es una bendición. Yo le doy gracias a Dios y al gran corazón y la mentalidad de esas personas que no tienen una bandera religiosa o política para dar ayuda humanitaria sin condición de DPI. Lo que me ha afectado mucho es la falta de transporte, el Gobierno está cumpliendo con la cuestión de la salud, pero con el transporte nos ha afectado mucho. Todos los días salgo a trabajar. Papá Dios los apoye, les ayude por su buen corazón, porque de buena fe siguen ayudando, es mi agradecimiento a esta muchachada”, se expresa don Mario René con la voz quebradiza que denota su sentimiento hacia los socios, amigos y voluntarios de Rayuela.
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¿Cómo ayudar?
Cada aporte suma y con el paso de los días se requieren de más insumos para lograr alimentar a las personas que todos los días esperan con una sonrisa un plato de comida.
“Atol, Incaparina, granos básicos, azúcar, sal, todo lo que puedan brindarnos es bienvenido. También nos han venido a dejar pañales, comida para bebés pues muchas personas vienen con sus hijos en brazos. A los niños también les damos jugos y galletas. Otras personas, como los vecinos de la zona, nos ayudan a cocinar en sus casas con lo que tenemos acá o donan completamente las ollas de comida”, expresa Viviana Morales, una de las socias de Rayuela.
También puedes ser un voluntario para apoyar en las actividades que realizan. Se requieren de personas que puedan cocinar, organizar a las personas, desinfectar las donaciones que van llegando, organizar los granos básicos, aplicar desinfectante en las manos de los visitantes o repartir al comida. Puedes hacerlo de 9:00 de la mañana a 12:00, o de 12:00 a 2:00 de la tarde.
Intervención
Este jueves se dio a conocer que la alcaldía auxiliar de la zona 1 pretendía cerrar el café Rayuela, por lo que se solicitó el acompañamiento de la Procuraduría de los Derechos Humanos para que la labor de los socios del negocio y voluntarios puedan continuar con la labor de dar comida a quien lo requiera en el Centro Histórico.
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