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Otilio, el criminal que perdió la cuenta de sus víctimas

  • Con información de Redacción Nuestro Diario
19 de julio de 2025, 05:00
Usó su primera pistola para vengar a su hermana. Después la convirtió en herramienta de trabajo. (Foto: Archivo)

Usó su primera pistola para vengar a su hermana. Después la convirtió en herramienta de trabajo. (Foto: Archivo)

Antes de salir a la calle, Otilio cerraba los ojos y elevaba una oración: "Dios, Padre, quítame a los policías del camino, haz que regrese sano a mi casa, cuida a mis 'hommies'; dame fuerza".  

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Y Dios, asegura él, lo acompañaba cuando iba a matar, lo protegía y le permitía una huida siempre expedita. Por eso pudo dedicarse al sicariato sin problemas durante más de una década.

El primer asesinato lo cometió cuando recién cumplió 14 años. Un amigo le había hecho un regalo especial: una 9 milímetros negra.

"Esa fue mi primera pistola", dijo 12 años después, en medio de los árboles que dan sombra en una cárcel de la costa. "Al final, ya me parecía de juguete. Llegué a tener una Ceska Zbrojovka y una M16".

Llenó la tolva con 35 balas y se la guardó entre el pantalón y la camisa.

No tuvo que ir muy lejos, el tipo que buscaba estaba a unas cuantas cuadras.

Sacó el arma y puso fuerza sobre el gatillo, sonó una vez, dos veces, tres veces, y entonces no pudo parar, el ruido se multiplicó tanto que sus oídos se ensordecieron.

Minutos más tarde descubrió que su dedo seguía presionando, pero ya no salían balas: las había disparado todas.

El hombre al que mató era el violador y asesino de su hermana menor. Fue su primer crimen y le gustó. Más tarde mató a un vecino que lo molestaba. Después a un policía y luego a algún pandillero que hostigaba a su familia.

Otilio, el sicario que perdió la cuenta de sus víctimas. (Foto: Archivo)
Otilio, el sicario que perdió la cuenta de sus víctimas. (Foto: Archivo)

"En la calle fui un poco rebelde", dice con media sonrisa, sus ojos son verdes y recuerdan el camuflaje de los soldados. "Lo que pasa es que la ley lo molesta a uno, a veces uno está en una esquina y solo por el vestuario lo comienzan a molestar", se justifica.

Los días posteriores al primer asesinato su vida cambió. Cerraba los ojos y sentía que tenía enfrente al hombre al que había dado muerte.

Lamentaba haber matado, hasta que un día tomó una decisión: "Si ya me metí en eso, en eso me voy a quedar".

Fue el punto de partida para una cantidad de asesinatos que ya no sabe contar. "Depende cómo era el coco, así se cobraba", cuenta. "Si se sabe que el hombre va armado, eso va a costar más, porque uno se está arriesgando".

Entró en la pandilla y vio de cerca cómo muchos de sus amigos –sus nuevos hermanos– caían muertos.

Eso le hizo arder de furia. "A veces hasta me salpicaba la sangre de mi amigo en la cara y era duro, y ¿cómo se desahoga uno de eso? Solo haciendo lo mismo", reflexiona. Ante la pregunta, ¿qué se siente matar? Otilio tiene una sola respuesta: no siente nada. "Si ya lo hiciste, ya lo hiciste, no hay vuelta".

Tiene dos condenas de 25 años cada una y cuatro juicios abiertos. (Foto: Arhivo)
Tiene dos condenas de 25 años cada una y cuatro juicios abiertos. (Foto: Arhivo)

Remordimiento

Se arrepiente, desde luego, y si tuviera la oportunidad de empezar de nuevo, lo haría todo distinto.

"Si no hubiera hecho maldades, ahora podría ver crecer a mis tres hijos. El mundo es pequeño aquí, y no estoy con las personas que amo. Dicen que es suerte, pero en verdad yo creo que es misericordia de Dios, que yo esté vivo", reflexiona mientras mira de reojo el campo de futbol cercano, los otros reclusos han empezado a prepararse para un partido.

"Es difícil vivir así, cualquier sirena y uno se asusta, piensa donde va a esconder las armas, se imagina que ya vienen por uno. No es una buena vida".

Si alguna vez sale de prisión, tiene dos condenas de 25 años cada una y cuatro juicios abiertos, está seguro de que buscará un empleo y se alejará de las armas.

La pelota empezó a rodar afuera y él instintivamente se levanta, "perdone, me voy, es que si quiere que le cuente de cada uno de los que he matado nos vamos a estar aquí un buen rato".

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