Además de los miles de muertos que deja anualmente el narcotráfico en México, existe otro grupo de seres inocentes que ha tolerado en silencio la violencia de los cárteles: la Unidad Canina de la Policía Federal.
Los “binomnios”, como son denominados en el país norteamericano a la dupla antinarcótica integrada por un perro y un policía, viven las amenazas de muerte frecuentemente. Los canes, sin portar chaleco antibalas, hacen un trabajo que implica un riesgo extremo en tres divisiones: arruinar los trasiegos de droga, frustrar explosivos y desenterrar cadáveres de las víctimas de los narcotraficantes.
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Gracias al adiestramiento recibido desde cachorros, en el cual se les enseña con aromas artificiales para que encuentren narcóticos, explosivos o cadáveres, para los animales todo se trata de un juego: si se esfuerzan y concretan el hallazgo, reciben festejos, abrazos y un juguete.
Ante los múltiples hallazgos de la unidad K-9, una fuente de alto nivel de la Policía Federal asegura que los narcotraficantes tienen interés en matar a los perros de dicho escuadrón. Además, la entidad tiene información de que la cabeza de un can vale de 25 mil a 250 mil dólares (entre 183 mil y 1.8 millones de quetzales aproximadamente).
El ejemplo más dramático es Pay de Limón, un perro al que Los Zetas le mutilaron uno a uno los dedos de las patas delanteras hasta que las perdió por completo. El escape de este "agente", su rescate y rehabilitación con prótesis en ambas extremidades son muestra de que ni los animales están a salvo en la guerra.
Hasta el momento, ningún perro ha sido asesinado por los narcotraficantes gracias al estricto protocolo para proteger a los "binomnios" de la K-9, a quienes se les trata como agentes de élite que todos los días se juegan el pellejo, aunque ellos no lo sepan.
Para evitar que sean envenenados, a los perros solo los puede alimentar su pareja humana. Para evitar que les disparen, cada vez que hay un decomiso o hallazgo son llevados a un lugar seguro, escoltados por vehículos blindados y artillados. Para evitar que mueran por una enfermedad o atentado, cuando un "binomnio" llega a un estado del país, el humano debe investigar dónde están los hospitales veterinarios más cercanos.
Según un oficial de apellido Vizcarra, luego de un decomiso de dos toneladas de precursores químicos en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, su compañero Duncan tenía precio. "A lo mejor son amenazas burdas, 'te ofrezco 5 millones por Duncan', 'te ofrezco tanto por el perro', pero ya no eres tú. Ya van por el ejemplar", dice.
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Para este policía esas amenazas tienen lógica: los narcotraficantes le temen más a los animales que a los humanos. A los hombres y mujeres se los puede comprar, a los perros no. Estos últimos son incorruptibles y por eso son peligrosos para los criminales.
*Con información de Infobae