Hay vecindarios de la ciudad de Guatemala que representan grupos de poder.
“Las Luces” y “Cayalá”, sedes del sector económico. “La Cañada”, el barrio de los embajadores. “Aurora” y “Lourdes”, colonias de militares. “Cuatro Grados Norte”, la movida hipster. Y ahora el “Mariscal Zavala”: reducto de reos VIP, centro de conspiraciones para perseguidos en busca de impunidad.
Se supone que el Mariscal Zavala es una cárcel pero en realidad funciona como la guarida de una clica con experiencia en operaciones militares, inteligencia y contra inteligencia, guerra psicológica, tráfico ilícito, altas finanzas (ortodoxas y clandestinas), contratos con el Estado, administración de mafias y abogados de causas oscuras.
Cuando digo que se supone que ese lugar es una cárcel, pero no lo es, no hablo en sentido metafórico. ¿En dónde más los reos salen de compras, acompañados de una guardia de seguridad que más parece su guardaespaldas, como hizo la ex magistrada Blanca Stalling?
No hace mucho tiempo, el Mariscal Zavala solía ser un cuartel. Ilusamente, cuando estalló el caso de la Línea, lo intentaron transformar en una cárcel para la elite mafiosa del país. Pero en realidad, lo convirtieron en un cuartel otra vez, pero no bajo el mando del Ejército: ahora es el centro de operaciones de un grupo de capos que busca paralizar cualquier cambio en el país, para ganar tiempo y reposicionarse.
El Ministerio de Gobernación ha intentado controlar daños luego de la fuga de la narcotraficante Marixa Lemus, conocida como “La Patrona”. Echaron al director de ese presidio y han montado una persecución de película para seguirle la pista a la criminal que escapó.
Pero la verdad, esa huida estaba cantada. No la de ella, sino la de cualquiera de los recluosos. Si no se escapó alguien antes –o peor aún, si no han asesinado a alguien como a Byron Lima-- es porque los presos no han querido hacerlo aún.
En ese lugar, donde están juntos personajes que tienen cabeza, recursos y tiempo sin límites para intrigar, se puede esperar cualquier cosa.
El conflicto que representa el Mariscal Zavala para la gobernabilidad y la marcha política del país, sobrepasa por mucho los problemas graves que el Sistema Penitenciario ha tenido por décadas para la administración de justicia.
Aquí estamos ante un sector de poder desestabilizante que tiene, en sentido literal, un cuartel para operar.
La pregunta es ¿los van a dejar ahí, para que sigan dirigiendo operaciones de la Mafia 3.0, que intenta hacer su versión del “Imperio Contraataca" desde ahí?
Si es así, ya podemos cambiar la ruta de los buses de turismo, para que lleven a los visitantes a dar una vuelta al Mariscal Zavala, luego de mostrarles el Palacio Nacional.
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