Andan las aguas agitadas en el gran vecino del Norte por un libro (Fuego y Furia se llama la obra de un conocido chismosito) donde se cuenta el cuento de que en el círculo cercano del Presidente Trump le califican de "idiota" e "incapaz para el puesto".
Lo primero es bastante evidente. Si no lo es, interpreta a uno muy bien en televisión y sobre todo en Twitter. Lo segundo y sus implicaciones, no tanto. Parece un claro intento de sus detractores de buscar vía discurso un motivo de destitución.
Si el ego y la inmadurez, claros rasgos de la personalidad de Trump, son razones para sacar a un presidente del poder, el 90% de los políticos debería haber pasado por una moción de censura.
¿Lee poco?...Seguro ¿Saben ustedes de un líder político que lea mucho?
¿Hay que explicarle conceptos muy básicos? Nada grave, incluso deseable. La ignorancia de Trump en ciertos campos está dejando espacio para la experiencia y expertise de profesionales de abolengo como lo demuestra el éxito en seguridad contra ISIS. Eso se llama tener instituciones.
Como intento de derrocar a Trump, el libro parece cosa baladí, con muy poco alcance, estrategia condenada a morir.
La izquierda de todo el mundo no supera la victoria de Trump pero sobre todo, no tolera que no haya venido el anunciado Armaggedon.
El hecho de que la economía crezca, la bolsa vaya como un tiro y la generación de empleo siga al alza descoloca a buena parte de los opositores del multimillonario.
Donald ha bajado el nivel del discurso político y en ese lugar está ganando la partida.
La combinación de inseguridad y egolatría guiando sus pequeños pulgares es muy efectiva para marcar la agenda y despertar una divertida indignación de parte de sus adversarios.
Mientras tanto su equipo impulsa ciertos cambios interesantes, con consecuencias dispares, discutibles y a observar en el futuro, pero ni mucho menos fatídicas.
Le intentan ahora dar un poco de su medicina. Medias verdades y un discurso creíble. "Trump es un niño" (True...¿y?)...A ver cómo sale eso.
Viéndolo con cierta perspectiva, un poco de verdadero outsider no nos hubiera venido mal en Guatemala. Alguien que retase lo establecido, que intentara muchas cosas que todos pensaban que no se podían hacer y consiguiera unas pocas.
Nuestro "no político" vino a hacer lo mismo, solo que con los errores de un principiante y las deficiencias del que no tiene un tiburón habitando dentro de sí.
No ha retado nada. Nada nuevo. Su discurso conecta con pocos y su audacia se limitó a intentar sacar a Iván Velázquez.
Casi da envidia que en Estados Unidos tengan a un niño ególatra y mentirosito agitando el sistema.
Más de Daniel Haering: