En estas fechas de reflexión bien merece la pena voltear con ampliar miras a CICIG. Diez años son un buen referente para echar la vista atrás y pensar críticamente: ¿Qué ha conseguido CICIG desde que se instauró en el país?
Unos hablarán de los cambios de ley que permitieron tener mejores instrumentos persecutorios. Otros de los casos promovidos en los últimos dos años y medio.
No niego esos logros pero en términos generales sospecho que si la CICIG nos abandonara mañana tendríamos básicamente los mismos problemas que teníamos antes de su existencia.
Las mejoras instaladas se verían “compensadas” por los males de su despedida. Y en términos generales, vuelta a empezar.
La CICIG, pese a los muchos matices que se le pueden poner a esta afirmación, a la larga no parece un buen modelo de fortalecimiento institucional.
El problema continúa en la administración de justicia. Los salarios no son los mejores y los mecanismos de entrada están lejos de ser meritocráticos.
Como tantas veces en la ayuda internacional, las capacidades que se pretenden fortalecer no se dan a instituciones sino a personas. Si existiera una carrera administrativa de mérito y largo plazo lo uno y lo otro serían lo mismo pero en Guatemala no lo es.
Los mejores elementos de Fiscalía deben enfrentarse en algún momento de su vida al dilema de seguir en la lucha quijotesca o buscar mejores perspectivas lejos de la institución.
Como no puede ser de otra manera, por regla general gana lo segundo. Antes que nada el bienestar de los tuyos.
No, el gran logro de CICIG no es fortalecer las instituciones a largo plazo, es haber reventado un sistema político predatorio, haber abierto brecha en la ciudad amurallada del saqueo y permitir la aparición de algo nuevo.
Con un cambio en la élite política, con la introducción de cierto reformismo en el Congreso y un Ejecutivo decidido sí se podrán hacer las reformas necesarias. Pero solo entonces.
Mientras no sea así la CICIG tendrá el mismo defecto que tanta cooperación…poco o nada con una buena dosis de frustración. Algo parecido a ese tipo de nieve que no cuaja y que minutos después de haber tocado tierra resulta imperceptible.
La CICIG es un mazo, una apisonadora poderosísima contra la corrupción pero sola no conseguirá nada. El problema de Guatemala es político y la solución en última instancia solo podrá ser política.
Si en 2019 no hay una sustantiva renovación yo les invitaría a abandonar el país. Poco sentido tiene seguir con el ejercicio frustrante de cortar cabezas de hidra.
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