Me niego a elegir entre mafiosos autoritarios solo porque a alguien se le ocurrió colocar a unos y a otros a la diestra o la siniestra del espectro político. Lo mismo me da que me da lo mismo cuando de podredumbre antidemocrática se trata.
Me niego a esa lógica mediocre del “es un hijo de p…. pero es nuestro hijo de p….” que célebremente pronunció Roosevelt describiendo a Tacho Somoza, el famoso dictador nicaragüense.
Y es que dime qué ideología tienes y te diré qué abusos democráticos toleras. Cierta izquierda mira a otro lado por años con Venezuela y cierta derecha calla lo que pasa en Honduras hoy.
Lo que pasa en el país catracho es altamente sospechoso, para decirlo suavemente. Primero un Presidente que se salta la Constitución y las instituciones para poder reelegirse.
Curioso que todo el lío contra Zelaya en 2009 se dio porque se sospechaba que quería reelegirse a través de pocos transparentes movimientos electorales. Los mismos que lideraron el proceso entonces, Juan Orlando Hernández entre ellos, hoy buscan la reelección.
Para más infamia, ciertas evidencias de una posible manipulación fueron denunciadas por el Economist antes del día de la elección a través de un audio que hoy es revelador. Un plan B, por si acaso perdían.
El domingo la tendencia parecía clara a favor del opositor Nasralla, y de repente, oh casualidad, se cae el sistema y la tendencia (que resultaba en principio irreversible) cambia a una velocidad pasmosa.
Si eso no les hace poner el grito en el cielo, tienen muy poca credibilidad cuando se indignen por la clepto-narco-dictadura venezolana.
Al mismo tiempo si no se han indignado por los atropellos de Maduro porque sus corazoncitos le tiran a la izquierda tampoco vengan ahora a rasgarse las vestiduras con la chusquedad bananera de Juan Orlando Hernández.
Soy de derecha y me da igual que Hernández tuviera al país en un camino económico positivo. Me importa poco además que Nasralla sea un líder dudoso.
Si usted es de izquierda también le deberían valer los supuestos logros del chavismo en reducción de pobreza. Nada justifica esta clase de atentados contra el proceso democrático.
La oportunidad para Guatemala en 2019 es otra. La nuestra es una posibilidad de fortalecer la Democracia y renovar una clase política que hoy depreda en su beneficio.
No tenemos que elegir entre dos porquerías, entre cáncer o sida. Los chapines merecen y pueden optar a algo mejor. Quién nos intente convencer de lo contrario se tiene poco aprecio o quiere que queden los de siempre.
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