Hace poco circulaba por una carretera nacional que nos conecta a Centroamérica y me encontré en un denso tráfico. Los minutos pasaban y la velocidad de una larga fila de carros era desesperantemente pausada.
Poco a poco nos acercábamos al origen del problema. Algo interrumpía el paso. Llegados al lugar donde se generaba la atorazón los ánimos estaban suficientemente caldeados.
Estaba a punto de gritar, en mi ira: “¡CODECA, bloqueadores!” cuando me percaté de que se trataba de un carro de alta cilindrada que con las luces de emergencia circulaba a muy baja velocidad por la ya maltrecha carretera.
Adelante y desplegados en todo lo ancho del carril pedaleaba alegremente un grupo de ciclistas amateur “full equipo”.
Quedamos a la espera de que estos grandes atletas llenen las vitrinas chapinas con innumerables Tours de Francia, Giros de Italia y Vueltas españolas. Las panzas que adornaban sus abdómenes diría que descartan esa posibilidad pero quizá me equivoque. Sorpresas te da la vida dice la canción.
Lo más probable es que nos enfrentemos a una situación distinta. Y es que el problema es más profundo que una anécdota: es el de anteponer la preferencia personal al interés común.
Tengo la convicción de que CODECA no tiene derecho a bloquear con unas centenas de personas las carreteras del país para expresar sus desordenadas e inviables exigencias.
El tema es complicado y hay que discutirlo ampliamente pero ni considero que representan a quien dicen representar ni sus técnicas ayudan demasiado a solucionar los problemas que señalan.
Eso sí, tengo la absoluta, absolutísima, certeza de que la muy personal preferencia por el deporte de Induráin y Merckx de estos ciudadanos guatemaltecos no merece ni un minuto de mi tiempo ni el de ninguna otra persona que pasó por esa carretera en ese momento.
El bien común es algo que nos tenemos que tomar muy en serio y que debe ser arbitrado por un Estado fuerte y legítimo.
Los bloqueadores de todo tipo deben saber que lo que es de todos puede ser utilizado por sus particulares majestades bajo unas reglas muy específicas. Me permito opinar que esas reglas no incluyen ejercitar su mejorable complexión física para uso y disfrute particular.
Me imagino a estos fresas energizados contra las marchas campesinas hablando de que no hay derecho, que la locomoción, que la productividad del país y tal y cual.
Pues una recomendación: una buena forma es empezar por uno mismo. Si va a molestar a alguien no lo haga. Luego quéjese de CODECA todo lo que quiera.
Más de Daniel Haering: