Por increíble que parezca, este país que no da tregua ni un minuto tiene una importante cita con las urnas en un mes. Una que podría representar el primer paso para resolver un problema añejo, de esos cuyos orígenes están estampados en amarillentos papeles con olor a naftalina.
Llevamos 200 años discutiendo dónde termina Guatemala y dónde empieza Belice.Y justo cuando ¡por fin! acordamos una solución madura, diplomática y razonable, se decide dar asueto el día después de la convocatoria a un referendo que de por sí es complicado de entender.
El asunto de la vacación de lunes 16 de abril ha pasado casi inadvertido. Lo cual es comprensible si tomamos en cuenta de que aquí es difícil saber por dónde salta la liebre noticiosa. Que si capturas. Que si citaciones. Que si gatos en árboles.
De Belice se dice poco, salvo por unos anuncios en los que el tema se vincula con la independencia y la letra del himno, sepa Dios por qué. Pero no es una cuestión banal ni intrascendente. Sobre todo para los guatemaltecos que viven cerca de la tierra de nadie y no tienen idea de cuándo dejaron de estar en su país. Algunos han pagado con su vida el haberse perdido en la selva. No lo olvidemos.
Por otra parte, este es el tipo de cuestiones que se zanjan porque es lo que corresponde: es una cuestión de Estado. El ex canciller Carlos Raúl Morales explica en un video que circula en Twitter la razón detrás de esa larguísima pregunta que estamos invitados a responder. Fue la que consensuamos con el vecino y será la misma para ambos. “Esto no se trata sólo de fijar fronteras”, explica Morales. “El diferendo es territorial, insular y marítimo y es imperativo que se resuelvan los derechos que en Guatemala creemos tener sobre el territorio”.
Esa certidumbre traerá beneficios económicos (sobre todo para Petén e Izabal) y de seguridad. La solución, empero, no está a la vuelta de la esquina. De hecho, se espera la resolución definitiva e inapelable de la Corte Internacional de Justicia dentro de varios años, si es que ambos países nos damos el sí. Pero ese es el único camino razonable para ponerle fin a este problema que no se desvanecerá mágicamente. “Podemos pasarnos mil años en esto” ironiza Morales. “Y no nos conviene ni a uno ni a otro”.
Tampoco creo que convenga dar asueto el día después del referendo. No faltarán los guatemaltecos que querrán aprovecharse de esta mini Semana Santa dos semanas después de la original y se creerán que lo de la consulta popular es sólo excusa para ampliar el verano.
Confío en que el sector privado no caerá en la tentación de mal imitar al Ejecutivo. Que no salga puerto el 16 de abril. Mejor votar por el sí.
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