El calendario de los “dreamers” o “soñadores”, los jóvenes migrantes que arribaron de niños a Estados Unidos, está marcado con rojo el lunes 5 de marzo.
Ese día, republicanos y demócratas deberán contar con una alternativa al programa que los protege, el de “Acción Diferida para los Llegados en la Infancia” (DACA, por sus siglas en inglés), o enfrentar un posible proceso de repatriación. Donald Trump anunció que ese programa se cancelaría de no haber una reforma migratoria aprobada ese día. El futuro de casi 690 mil mexicanos, guatemaltecos, salvadoreños y hondureños es más allá de incierto.
Sin embargo, hasta la fecha, ni el Ministerio de Relaciones Exteriores ni la canciller Sandra Jovel han expresado qué acciones concretas emprenderán para asistir a los connacionales que podrían ser deportados.
No hay un “tuit” que toque el asunto del fin del DACA ni ha habido un pronunciamiento ante los medios. Es más, cuando se ha pretendido preguntarle a la titular de la cartera sobre el asunto, ni contesta. La única reacción oficial sobre el tema fue la expresada por el presidente Jimmy Morales en la Asamblea General de Naciones Unidas, en septiembre pasado, cuando habló en la línea de “esperar que prospere el sentimiento humano del pueblo estadounidense”.
Los soñadores guatemaltecos son 17 mil 700. Han residido casi toda su vida en Estados Unidos. En ese país estudiaron y obtuvieron su primer trabajo. “En este momento lo que debería estar haciendo el MINEX es contratando abogados que tengan la capacidad de defenderlos cuando sus procesos lleguen a las cortes”, me comentaba un experto en el tema. “En los consulados hay profesionales que asesoran en materia migratoria, pero no en este tema específico, y esto es urgente”.
El Salvador está inmerso en un intenso proceso de cabildeo en Estados Unidos. El canciller Hugo Martínez estuvo en Washington durante cuatro días a principios de febrero para reunirse con cuanto legislador le dio cita con el fin de abogar por el futuro de 200 mil de sus compatriotas. Lo recibieron más de una docena de representantes de ambos partidos, tanto senadores como congresistas. A la prensa le comentó: “La delegación regresa muy optimista”.
Pero en las recientes visitas de Jovel a Estados Unidos no se hizo cabildeo en nombre de los “soñadores”. Tampoco hubo una sola reunión con asociaciones de migrantes de ese país. “No se reunió con ninguna”, me comentó el experto. “La han llamado y no les responde”.
Jovel y el MINEX tenían clara que su misión en Estados Unidos no era cabildear por los migrantes, sino a favor de la expulsión de Iván Velásquez, jefe de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala.
En la agenda de la Canciller, esto es más importante que velar por los dos millones de guatemaltecos que, remesa a remesa, mantienen a este país a flote, a razón de más de 8 mil millones de dólares enviados en 2017.
El futuro de esos guatemaltecos heroicos es incierto. Pero no, para este gobierno pesan más los fantasmas de “injerencia extranjera y violación a la soberanía”.
Los migrantes que esperen (aunque ya no pueden esperar más).
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