Este 8 de marzo de 2018 se cumple un año de la tragedia en el Hogar Seguro Virgen de la Asunción, donde murieron 41 niñas y adolescentes.
Ojalá el gobierno de Jimmy Morales hubiera honrado la memoria de estas pequeñas como lo merecen. Pero no lo hizo: el Presidente sigue hundido en su laberinto, ajeno a la agenda que importa.
Por eso les presento aquí una lista de ideas de lo que pudo ser, de lo que debió ser este 8 de marzo, para que tragedias como las del Hogar Seguro no se repitan. Me gustaría haber despertado hoy en un país donde pudiera escribir esto, donde las líneas que siguen no fueran fábula:
“Hay que reconocerle al gobierno de Guatemala la acertada decisión de honrar a las niñas fallecidas en la tragedia del Hogar Seguro, el 8 de marzo de 2017. Vincular esta infausta efeméride con las conmemoraciones del Día Internacional de la Mujer es lo correcto. Nos hace olvidar, en parte, las torpes reacciones de hace un año. Esa sensación de sinsabor y de rechazo se atenúa un poco al comprobar que se intentó enmendar la cadena de errores con acciones concretas.
Resalto, en primera instancia, la convocatoria lanzada hace más de seis meses por el Ministerio de Cultura y Deportes a jóvenes artistas emergentes. Estoy ansiosa por ver sus creaciones en la Plaza de la Constitución. Miles de guatemaltecos podremos ser testigos, en los próximos 15 días, del tributo que destacados escultores, pintores y artistas del performance rendirán a las pequeñas. Cada uno, a su manera, interpretó el #NosFaltan41. Y no me cabe duda de que nos conmoverán hasta las lágrimas estas verdaderas manifestaciones de fuerza. Nada de vasos frágiles en esta actividad.
También me impresiona, por no estar acostumbrada a que se desarrollen acciones conjuntas interministeriales con éxitos certeros, que las carteras de Educación y Trabajo hayan determinado el potencial de las jóvenes que hoy viven en centros similares al ya clausurado Hogar Seguro. Luego de levantar la encuesta de quiénes son, qué nivel de escolaridad habían alcanzado y cuáles eran sus intereses y aficiones, estas chicas están ya preparándose para el día después. Es alentador saber que recibirán las capacitaciones necesarias para emplearse en puestos que les permitirán gozar de un futuro sin incertidumbre.
Las nuevas autoridades de Gobernación, por fortuna, siguieron el caminado trazado por sus antecesoras y dieron continuidad a la política de llegar al fondo de por qué los menores guatemaltecos llegan a centros de acogida. Gracias al sondeo levantado por el Ministerio de Educación se ha dado seguimiento específico a estas causas, y los programas piloto, desarrollados en ciertas comunidades, han evitado que madres de algunos barrios entreguen sus hijas a las autoridades, por temor a que se involucren en pandillas. Aunque son pocas de momento, la señal es esperanzadora.
Por supuesto, nada de esto hubiese sido posible sin el liderazgo de la Secretaría de Bienestar Social de la Presidencia de la República. Fue esta entidad la primera que habló de la urgente necesidad de que, mediante un enfoque multidisciplinario, se hiciera lo posible para evitar una tragedia similar a la de hace un año.
La guinda del pastel será esa foto que veremos en portada en todos los medios de comunicación: la de la pequeña sobreviviente del infierno del 8 de marzo de 2017 que doce meses después cambiará la rosa de la paz en el Palacio Nacional de la Cultura. Ella, la personificación de las heridas que empiezan a sanar. Ella, el símbolo de esas valientes niñas y adolescentes que poco a poco recuperan su dignidad."
Si fuera así...daría gusto vivir en Guatemala este 8 de marzo.
Más de Beatriz Colmenares:
