El jugador portugués reclama falta del uruguayo Stuani, pero el árbitro mexicano Cesar Ramos dice que no. Entonces, el capitán de Portugal, Cristiano Ronaldo, llega corriendo a la escena.
Está fuera de sí, enojado, grita. Se acerca a solo unos centímetros del rostro del árbitro que muestra un semblante, al menos por un segundo, de temor. Luego, impone su autoridad: tarjeta amarilla para el Balón de Oro 2017.
Esta tarjeta hubiera significado que Cristiano no jugara el partido de cuartos de final, algo de lo que no se deberá de preocupar pues su equipo quedó eliminado ante Uruguay.
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