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Un golpe más a la reforma migratoria

  • Por Soy502
20 de febrero de 2015, 09:00
De acuerdo con Obama, estudios muestran que aproximadamente 80% de los inmigrantes indocumentados están en territorio estadounidense desde hace más de 10 años, y por lo tanto ya están "entrelazados en el tejido de nuestra sociedad". (Foto: AFP) 

De acuerdo con Obama, estudios muestran que aproximadamente 80% de los inmigrantes indocumentados están en territorio estadounidense desde hace más de 10 años, y por lo tanto ya están "entrelazados en el tejido de nuestra sociedad". (Foto: AFP) 

Cuando Barack Obama asumió la presidencia de Estados Unidos el 20 de enero de 2009, cientos de miles de guatemaltecos indocumentados que residen en ese país estaban convencidos de que vivirían con más certezas en los siguientes meses. Tenían sobradas razones para pensar que se alejaba la incertidumbre a la que están acostumbrados. ¿La razón? el primer afroamericano en llegar a la Casa Blanca se había identificado con ellos durante la campaña. Y además había pedido el apoyo de la comunidad latina y ésta le había respondido con creces (67 por ciento votó por él). Una de sus principales promesas fue que la tan postergada reforma migratoria se iba a hacer  realidad en el primer año de su mandato. Y sí, se creyó en él.

El anuncio hecho por Barack Obama daba esperanza a los inmigrantes guatemaltecos y de todo el mundo.
El anuncio hecho por Barack Obama daba esperanza a los inmigrantes guatemaltecos y de todo el mundo.

Es difícil entender cómo un país que se ha enriquecido por diversas oleadas de migrantes y que se fundó, precisamente, para proteger las libertades de los primeros colonos, haya tenido tantas dificultades para modificar sus leyes de inmigración. Pero ese es el caso. La legislación existente data de 1952. La Ley McCarran-Walter, promulgada en plena Guerra Fría y vetada en su momento por el presidente Harry S. Truman por considerarla “discriminatoria y antiestadounidense”, ha sido parcialmente modificada en el transcurso de los años, pero sigue siendo la base legal para emigrar hacia Estados Unidos. En su momento mostró las divisiones entre quienes argumentaban que era más importante defender la seguridad nacional y entre quienes pretendían liberar la migración. Ganaron los primeros. ¿Le suena familiar? 

Es difícil entender cómo un país que se ha enriquecido por diversas oleadas de migrantes y que se fundó, precisamente, para proteger las libertades de los primeros colonos, haya tenido tantas dificultades para modificar sus leyes de inmigración
Beatriz Colmenares

De regreso al futuro. Obama no logró lo prometido en 2009. En aquel momento, el compromiso fue postergado por otros temas que captaron su atención y también la del mundo, tales como la crisis financiera, las guerras en Irak y Afganistán, pero sobre todo la reforma de salud a la que le apostó la mayoría de su capital político. Sin embargo, en 2012 y en plena campaña por la reelección, aseguró que habría reforma migratoria, volvió a solicitar al voto latino, éste le respondió de nuevo imponiendo récords históricos (más 70 por ciento de apoyo) y logró que el Senado aprobara un proyecto de ley que incluía un camino a la ciudadanía para cientos de miles de guatemaltecos, hondureños, salvadoreños y millones de mexicanos. Solo para que el liderazgo republicano de la Cámara de Representantes lo rechazara. De nuevo. Como ocurrió en el pasado con tantas otras iniciativas, la más sonada la Ley McCain-Kennedy de 2005, apoyada ciento  por ciento por el entonces mandatario George W. Bush. 

Un nuevo intento por regularizar la situación de los inmigrantes, recibió un duro golpe.
Un nuevo intento por regularizar la situación de los inmigrantes, recibió un duro golpe.

Así, hasta hoy.  El nuevo sablazo al más reciente intento de regularizar la situación de los migrantes lo dio, en esta ocasión, un juez. Al mejor estilo de Guatemala, quién lo iba a creer. La noche del lunes 16 Andrew Scott Hanen, de la corte federal de Brownsville, Texas, paralizó la entrada en vigor de una serie de medidas decretadas por la administración de Obama, para otorgar estatus legal temporal a alrededor de 5 millones de personas. No es para todos. Los requisitos están claros: llevar en el país más de 5 años, tener hijos nacidos en Estados Unidos, registrarse con el gobierno, pagar impuestos y pasar una verificación de antecedentes penales. Por ahora, optar por esa vía, que se abría el miércoles 18 también quedó en nada.

Millones de jóvenes hispanos esperan con incertidumbre cómo se definirá su situación en Estados Unidos.
Millones de jóvenes hispanos esperan con incertidumbre cómo se definirá su situación en Estados Unidos.

Es una piedra en el camino, dijo la vicepresidenta Roxana Baldetti. Una piedra que desató el rechazo del Secretario de Seguridad Nacional estadounidense y, por supuesto, del propio Obama, quien anunció que en los próximos días el Departamento de Justicia apelará el fallo. “La ley y la historia están de nuestro lado”, dijo. Pero más allá de eso está la gente. Los millones que llegaron a Estados Unidos hace décadas buscando una oportunidad. Muchas veces empleándose en trabajos que nadie más quería hacer, levantándose de madrugada y durmiendo hasta altas horas de la noche. Además, sin la posibilidad de ver a sus familias a las que puntualmente envían una remesa. Ellos han esperado decenios por unos documentos que les permitan respirar sin miedo a ser deportados. Y aunque por el momento la ley no les responde, la historia está de su lado.

 

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