El primer vicepresidente del Congreso, Felipe Alejos, triunfa en redes sociales, donde nuevamente se ha hecho azotar por sus brillantes estrategias de comunicación.
El parlamentario, acusado por el Ministerio Público y CICIG de cobrar sobornos para agilizar devoluciones de crédito fiscal, operó durante años a la sombra, como discreto personaje de reparto en el Congreso y el partido Todos.
No fue sino hasta septiembre pasado cuando ¡al fin! logró brillar con luz propia, al destacar como uno de los principales articuladores del #PactoDeCorruptos, mediante el cual más de 100 diputados trataron de excarcelar dos tercios del Código Penal.
Alejos, también conocido como “Felipao” por las escuchas telefónicas del caso “Traficantes de Influencias”, acarició por primera vez el estrellato en redes sociales a principios de este año, cuando el MP y CICIG solicitaron que se le retirase la inmunidad.
Para eludir las acusaciones, el diputado grabó un video donde con toda la elocuencia de la que es capaz, es decir muy poca, aseguraba ser víctima de una conspiración política. En pocas horas, su desempeño inspiró a cientos de tuiteros que se esmeraron en convertirlo en meme.
En días recientes, “Felipao” logró consolidar su reputación de farsante en estado primitivo, cuando los usuarios de redes sociales lo sorprendieron nuevamente con los calzones abajo.
Esta vez, el error de Alejos consistió en contratar para su defensa a un “net center” tan básico que utilizó perfiles identificados con la misma nomenclatura: un nombre propio seguido por las iniciales “F4R”.
Los usuarios pescaron el engaño al vuelo y el alfaque de burlas volvió a revolcar a Alejos. ¿Quién le paga a los mercenarios virtuales del netcenter “F4R”?¿Quién los dirige? ¿Se utilizan fondos del Congreso de la República para manipular la información difundida en redes sociales?
Más allá de hacer el ridículo virtual, ojalá este incidente sirva para cuestionar a fondo a quien impulsa, desde la primera vicepresidencia del Congreso, una agenda siniestra, concebida para perpetuar la corrupción y blindar a los impunes, en un marco autoritario.
A “Felipao” se le terminó de caer la máscara el año pasado, con la estocada al Código Penal.
Ya para entonces, se decía que la vida se le iba en hacerle los mandados al Mariscal Zavala, ocupación de alto riesgo, sobre todo cuando abundan los interesados en delatar cómplices para obtener beneficios. Ahora se le menciona como gestor del oficialismo, uno entre varios que parecieran competir en diligencia para el mal.
Entre tantos cantores y tropiezos, veremos hasta cuándo.
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