El acalde de Patulul, Edgar José García Monroy, debería estar preso hace días, por participar en aberrantes actos de tortura que él y sus parientes y amigos tuvieron el descaro de grabar en tres videos que para desgracia suya, se viralizaron en redes sociales.
En el primero de estos videos, un muchacho soporta mansamente el tormento que le aplican entre burlas y carcajadas: sabe que de nada serviría oponerse a quienes ejercen contra él su cobardía disfrazada de mofa.
Un tipo se ríe mientras cubre el rostro del joven con cinta adhesiva negra, a modo de que parezca una máscara de sadomasoquista, de esas que salen en las películas de terror.
El muchacho apenas parpadea. “No puedo respirar”, se queja en un murmullo. A los agresores no les importa, siguen aplicando la cinta para apretar más la cara del muchacho, para construirle una jaula de humillación.
En los otros dos videos, publicados inicialmente por Guatevisión, el alcalde García Monroy y sus cómplices elevan el nivel de los suplicios. En uno lanzan al muchacho a un pick up cubierto de estiércol. En otro se burlan de un joven “por gay” y lo pretenden violar con una botella.
Decir que las imágenes indignan suena muy poco: los videos repugnan, asquean. Muestran a una gavilla de sujetos, ebrios de poder, porque se saben la autoridad del lugar, denigrando a un muchacho que además, según dicen, padece una incapacidad. Son los machos del patio ensañándose contra el pequeño, el débil.
Si los hombres que martirizaron al joven y se grabaron haciéndolo fueran un grupo de adolescentes descerebrados, ya sería un caso grave, incluso criminal.
Pero que entre los hechores de esta sesión de tortura en pandilla esté el jefe de la comuna de Patulul, al mando de un séquito de parientes y amigos, muestra hasta qué punto nuestra sociedad está podrida en dinámicas de abuso y humillación.
De esto hace ya varios días y al momento en que escribo, ni el alcalde de Patulul ni sus cómplices están detenidos ni se sabe cuál es el paradero de la víctima. El MP ha anunciado que iniciará un proceso para retirarle el antejuicio al alcalde y el partido del alcalde, García Monroy, también ha anunciado que lo enjuiciará.
Las autoridades deben hacer de este caso un ejemplo rotundo contra el abuso. Como ya sabemos, aquí es rutinario que los hombres acosen, violen y atormenten a mujeres, pero también lo hacen con hombres, con menores, y aquí tenemos la prueba incuestionable. No me extrañaría que este alcalde y sus compinches hayan participado en otros crímenes similares que deberían ser investigados. Estos hombres son un predadores.
Lo que hacen es una aberración y los responsables deben entender que lo que han hecho no es una “broma de mal gusto”, como dijo el alcalde, es un crimen cobarde.
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