La justicia suiza condenó el miércoles a la compañía brasileña de obras públicas Odebrecht y a su filial CNO, protagonistas de un gran escándalo de corrupción en torno a la estatal petrolera Petrobras, a pagar más de 200 millones de francos suizos (unos 195 millones de dólares).
"Esta condena forma parte de las conclusiones del proceso judicial iniciado por Suiza y coordinado con Brasil y Estados Unidos" indicó la procuraduría en un comunicado.
Paralelamente, el departamento de Justicia estadounidense anunció que la multa contra Odebrecht ascendía a 2.6 millones de dólares.
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La fiscalía general suiza explicó que Odebrecht y su filial fueron condenadas porque "no tomaron todas las medidas de organización razonables y necesarias para impedir la corrupción de agentes públicos extranjeros y el lavado de dinero".
El escándalo de corrupción de Petrobras tiene amplias ramificaciones internacionales y Suiza abrió a partir de 2014 unas 60 investigaciones criminales.
La justicia suiza pudo así identificar "pagos fraudulentos de diversas empresas del sector de la construcción (...) para obtener contratos públicos" a través de empresas en paraísos fiscales.
Estos pagos fraudulentos se realizaron en, al menos, nueve países de Latinoamérica, entre ellos Guatemala. Según documentos divulgados por el Departamento de Justicia de Estados Unidos, entre 2013 y 2015, Odebrecht pagó aproximadamente 18 millones de dólares en sobornos, en especial por un proyecto de infraestructura.
Durante ese periodo, Otto Pérez Molina y Roxana Baldetti gobernaban el país y Alejandro Sinibaldi era el Ministro de Comunicaciones, Infraestructura y Vivienda.
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"Esos pagos pudieron ser imputados entre otros a la empresa Odebrecht S.A. y a su filial Construtora Norberto Odebrecht S.A. (CNO), con sede en Brasil", explica el MPC.
En Brasil, las investigaciones han puesto al descubierto un vasto sistema de corrupción en torno a Petrobras que hace temblar a la clase política brasileña.
Los contratos que Petrobras otorgaba a grandes firmas del sector constructor ocultaban sistemáticamente una comisión del 1 al 5% con la complicidad de los dirigentes empresariales, nombrados por los principales partidos brasileños.