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Cobán a paso de "se puede"

  • Por Soy502
22 de mayo de 2017, 05:00
Miles de atletas esperan con ansia las inscripciones para el Medio Maratón de Cobán 2017. (Foto: Soy502)

Miles de atletas esperan con ansia las inscripciones para el Medio Maratón de Cobán 2017. (Foto: Soy502)

Se suponía que este año iba a correr Cobán.

No como las últimas dos veces que participé, con más entusiasmo que preparación, solo para demostrarme que aunque fuera arrastrada aún podía correr 21.2 kilómetros, y sobre todo, esos 21.2 kilómetros. 

No. Esta vez se suponía que iba a correr con el dorsal bien puesto y el propósito de detener el cronómetro en 2 horas 15 minutos, que fue alguna vez mi mejor tiempo

Pese a que ahora hay muchas carreras bien organizadas, en cuenta varias de campo traviesa, Cobán sigue siendo, al menos para mí, la meca de las medias maratones fuera de la capital: la más alegre, la más  nutrida, la que involucra con más entusiasmo a toda la comunidad que la rodea.

Este año, para mí significaba también que después de años de abandono, estoy oficialmente de vuelta en el deporte y la secta conocida como “los runners”.

Lo cleta no se me ha quitado como podrán deducir de mi modesto objetivo de tiempo, pero me reconforta pensar que ahora vengo de atrás: no solo por los años que abdiqué de los entrenos sino por los que sumé en edad, que me catapultan con holgura a la categoría “master”, es decir los mayores de 40.

Retomé la disciplina hace un año en la finca Florencia y estuve cerca de desfallecer a un paso de 9 minutos por kilómetro. 

Es posible correr en los senderos de la Finca Florencia. (Foto: Juan Carlos Vega)
Es posible correr en los senderos de la Finca Florencia. (Foto: Juan Carlos Vega)

La ventaja cuando ya se ha hecho el camino es que uno sabe lo que toma recuperar: calculé un año y no me equivoqué. Hace unas semanas hice ese mismo circuito en Florencia a 7 por kilómetro, sin dejar los pulmones en los sembradillos de repollo.

Después de eso, sabiendo que faltaríamos a la cita en Cobán por una cita ineludible, me consolé con una carrera dominical de 10 kilómetros. Llegué al Obelisco con zapatos nuevos y tres escenarios para el cronómetro: 6:00 si los dioses sonreían, 6:15 si había que ser realista y 6:30 si no era mi día.

Estos son los zapatos de la próxima maratón. (Foto: Dina Fernández)
Estos son los zapatos de la próxima maratón. (Foto: Dina Fernández)

La dificultad principal no era terminar el último kilómetro debajo de la marca. El desafío es mantener el paso objetivo desde el principio hasta el final.   

Con esa meta en la pupila, me ajusté la gorra y me coloqué al frente de la línea de salida. Entre el confeti, la multitud y el golpe de adrenalina, agarré ritmo sin mayor dificultad. Iba confiada hasta que coroné los primeros 5 kilómetros sobre las Américas: estaba a la mitad y ya sentía el pulso en la boca.

Enfilé de regreso a los toros concentrada en la forma: mirada al frente, rodillas arriba, brazos en ángulo, inhala dos, exhala dos, ¡auxilio…!

Frente a la estrella de David, donde había una banda escolar batiendo tambores, vi el cronómetro con desconsuelo: iba arriba de 6:30. “No puede ser”, dije, y apreté.

Cuando alcancé el monumento de Miguel Ángel Asturias, llevaba la cara desencajada; ante el plinto vacío de David Vela, iba a vomitar los alveolos. Los últimos metros los corrí por inercia y ciega, con los anteojos empañados.

Cuando detuve el cronómetro en 10 kilómetros, estallé en llanto. La pantalla marcaba 1:00:35.

Al cabo de un año, paso de 6 recuperado. (Foto: Dina Fernández)
Al cabo de un año, paso de 6 recuperado. (Foto: Dina Fernández)

Por favor, no me malinterpreten: 10 kilómetros a 6:04 es un tiempo muy malo. Pero para una corredora cleta como yo, significa haber recuperado el paso perdido. 

Vendrá el Cobán en 2:15, lo sé, y la media en menos de 2:00 y ¿por qué no? la maratón en 4:00 que necesito para calificar a Boston.  

Hace unos meses pensaba que esa posibilidad me estaba vedada, que era una locura, un imposible para mí. Y ahora me digo…¿será?

Mientras ese día llega, fuerza a los que corren Cobán este domingo. Mi corazón va con ustedes, que los bañe la alegría y la humedad, que les canten las niñas de Talita Kumi, que hagan temblar el puente de Carchá y vuelen a paso de “¡se puede!”.

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