“La pelota no se mancha”, dijo famosamente Maradona en uno de esos arrebatos de genialidad lingüística que siempre aderezaron su genialidad futbolística.
Lo decía con la sinceridad del que aprecia algo por encima de sus propias maldades, de sus vicios y pecados, en un acto de contrición el día de su despedida. “Yo me equivoqué y pagué, pero el fútbol no debe pagar”, vino a decir.
De la misma manera nosotros imperfectos ciudadanos de este país, pese a no tratar a Guatemala siempre con el aprecio que merece, deberíamos exigir que no se manche el nombre patrio con la suciedad política de la lengua de nuestros diputados.
Escuchar decir a los representantes que fueron llamados idiotas por el Embajador Todd Robinson, por contratar de forma poco transparente un cabildeo carísimo en EEUU, eso de “no me molesta a mí, me duele porque insultándonos a nosotros insultan a todos los guatemaltecos”, genera como poco escozor y grima.
“El patriotismo es el último refugio de los canallas”, dice el dicho ¿y cuántos no se han abrazado y abrazan a los símbolos nacionales para evadir responsabilidades personales? Esa fue la reacción de Chávez cuando el Rey Juan Carlos lo mandó a callar. “Ofende a Venezuela”, dijo…y mentía.
Recuerdo con nitidez al Presidente Jordi Puyol de la Generalitat, gobierno autonómico de Cataluña (España), decir que si le acusaban a él de corrupción atacaban a todos catalanes. Durante un tiempo muchos compraron el discurso y hoy el señor es un delincuente confeso.
Robinson no era la persona indicada para decir lo que dijo. No se justifica que un diplomático hable así pero tampoco hay que aceptar que estiren el insulto a todos los habitantes del país.
No, no y mil veces no. Cambien la ley electoral, hagan el proceso más accesible y competitivo, modifiquen los distritos, elijamos a los representantes de una forma más directa y entonces podremos empezar a pensar en contemplar sugerir que insultar a un diputado es vilipendiar a sus electores.
Es de admirar la reacción guatemalteca, que no ha comprado ese discurso lo más mínimo. Esté o no de acuerdo con el improperio del diplomático, muy pocos han expresado sentirse directamente insultados pues saben que los políticos que tenemos actualmente no se representan más que a ellos mismos (y familia).
En su shuquedad, que no manchen a la patria. Ser un poco como Maradona implica separarse del todo para no mezclar innecesariamente. Que no pague la bandera de la nación las miserias morales de nosotros, sus malos habitantes.
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