Diversas alteraciones relacionadas con el olfato afectaron a la mitad de infectados por Covid-19 durante la primera ola de infecciones, muchos tuvieron cambios a largo plazo e incluso permanentes.
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La pérdida repentina del olfato, percepción alterada o distorsionada de olores, fue uno de los síntomas del Covid-19 al inicio de la pandemia, aunque muchos volvieron a la normalidad, otros no recuperaron el sentido y comenzaron a percibir los olores habituales como si fuesen malos olores. Esto afecta el día a día, pues los olores son parte fundamental en la alimentación.
Científicos del Karolinska Institutet (Instituto Carolina) de Estocolmo, Suecia, realizaron pruebas a 100 trabajadores de salud expuestos al Covid en los hospitales por su contacto con pacientes y fueron contagiados por coronavirus durante la primera oleada entre marzo y junio de 2020.
Como resultado, 18 meses después de recuperarse, el 4% perdió el sentido del olfato por completo, un tercio de los analizados tenía una capacidad reducida para detectar olores y casi la mitad se quejó de parosmia (distorsión del olfato).
Científicos realizaron las mismas pruebas a un grupo que dio negativo en pruebas de anticuerpos contra el Covid-19, que había conseguido evitar el virus. Una quinta parte presentaba deficiencias similares en su sentido del olfato previas a la pandemia.
El 65% de quienes se recuperaron del Covid-19 mostró pérdida de olfato y reducción o distorsiones del sentido, 18 meses después de la infección, en comparación con el 20% de los que no habían contraído el virus. Debido al tiempo que llevan sin mostrar recuperación, al parecer estos problemas serán permanentes.
Los análisis de la Agencia de Seguridad Sanitaria del Reino Unido sugieren que la pérdida del olfato o del gusto es menos de la mitad de frecuente con Ómicron que con Delta, aunque el doctor Johan Lundström, dirigió la investigación en el Instituto Carolina, reveló que aún no hay datos sólidos por Omicron.
Efectos de los cambios en el olfato:
Según Lundström una pérdida de olfato severa puede causar depresión y cambios de alimentación que provocan pérdida o aumento de peso.
"Inconscientemente la gente empieza a añadir más azúcar y grasa o tiene mayor deseo de comer alimentos fritos por la textura, para obtener algo de placer al comer”.
Los especialistas remarcan que con un "entrenamiento olfativo" o "terapia olfativa" aunque no se recupera al 100%, la mayoría puede llegar a un punto en el que esto no afecte su día a día.
La falta de olfato (anosmia) tiene tratamiento y es a base de entrenamiento. Este es personalizado y consta de la exposición repetida a olores diferentes a elección del paciente durante el tiempo que sea necesario, uno a la vez, con ejercicios de 5 segundos a 5-10 minutos, tres o cuatro veces por día, dependiendo de la persona y su cuadro.
El proceso consiste en oler cada día cosas fuertes como cítricos, perfume, amoníaco o eucalipto para entrenar al cerebro a “recordar” cómo oler, aunque se necesitan más estudios para esta terapia.
Evitar los desencadenantes olfativos ofensivos puede ser la mejor manera de afrontar la enfermedad.