Un vehículo avanza sobre una irregular carretera de terracería con dirección al parque Nacional Yaxha Nakum Naranjo, a 72 kilómetros del municipio de Flores, Peten. “Yo soy hija de un depredador de la selva”, cuanta Manola Lima a un grupo de operadores de turismo ansiosos por conocer el renovado destino turístico de Yaxha. Lima ha dejado por un lado las enseñanzas de sus padres y abuelos, para convertirse en una lideresa que vela por la protección y conservación de la selva.

Lima es una mujer de tez morena, pelo negro y voz recia. “Yo aprendí a cazar a los siete años. Yo a esa edad ya cargaba un rifle al hombro y mataba animales pequeños”, recuerda. En aquel entonces las reglas sobre caza y explotación del bosque no existían.
Nació en la aldea Yaxha, en el corazón de la biosfera maya, y ahí creció rodeada de selva, comiendo lo que podía matar, sacando de la selva lo que quisieran y teniendo tigrillos y cachorros de jaguar como mascotas. Acostumbrada a ese modo de vida, a Lima y a toda su comunidad las prohibiciones de caza y corte de arboles promovidas a finales de la decada de los 80 significaron un cambio radical a la realidad que conocían.
“Es que a nosotros solo nos vinieron a poner reglas, pero no nos dieron ninguna oportunidad”, justifica en ese entonces el porqué de su rechazo a las leyes de protección. Entonces, Lima y su comunidad tuvieron que buscar otra forma de sustento. En esos momentos difíciles fue que muchos empezaron a incursionar en el sector turístico, ofreciendo visitas guiadas y tours.

En el año 2003 el Consejo Nacional de Áreas Protegidas (Conap) declaró 37 mil 160 hectáreas como área protegida, creó el parque Yaxha y nombró a Luis Guerra como codirector natural de la zona. “Tito”, como toda la comunidad conoce a Guerra, es bien conocido por ser un hombre estricto, fue uno de los principales impulsores de la organización comunitaria y el desarrollo de un modelo que beneficiara a las persona que vivían alrededor.

El parque tiene cuatro sitios arqueológicos principales; Topoxte, Yaxha, Nakum y Naranjo, que son ciudades mayas del posclásico , clásico y preclásico, respectivamente. Además cuentan con otros 292 lugares de interés antropológico y dos lagunetas en los alrededores que coronan el atractivo del lugar. Lima y los demás miembros de las comunidades se dieron cuenta del potencial turístico de la zona y empezaron a trabajar en conjunto con Guerra para atraer visitantes.
Se acordó que el 20% de los ingresos captados por la entrada al parque serian invertidos directamente en el desarrollo social de las 12 comunidades. “La primera inversión que hicimos como parque fue para la construcción del museo y para darle acceso a agua entubada a cinco comunidades”, asegura Guerra.
“Hubo poco a poco un cambio de mentalidad”, cuenta el codirector. Las personas empezaron a ver un beneficio en cuidar y mantener el parque, explica. De esta forma las comunidades continuaron organizándose, formaron agrupaciones, y finalmente terminarían por crear la Asociación de Organizaciones para el Desarrollo Sostenibles del Territorio de Yaxha (ADESOTY).

El Conap, la Dirección General del Patrimonio Cultural del Ministerio de Cultura y Deportes y el Instituto Guatemalteco de Turismo empezaron a trabajar en conjunto y poniendo a las comunidades de primero. “Fue el matrimonio perfecto” bromea Lima, la vicepresidenta de ADESOTY.
Para el 2014 ya el parque contaba con una organización comunitaria y, como cuenta Iván Buitrón, director de la División de Desarrollo de Agexport, “la gente quería que se les diera una oportunidad”. Buitrón y el equipo de la Unidad de Gestión Ambiental Empresarial tomaron el proyecto para impulsar a Yaxha como destino turístico.

Ciudadano ecuatoriano, Buitrón ha trabajado por 25 años en proyectos de emprendimiento comunitario y tiene 10 de experiencia implementando el modelo de encadenamientos empresariales. Este consiste en que grupos de varias familias del lugar logren ofrecer una serie, en este caso, de servicios turísticos, que vayan agregando valor a la experiencia del visitante y se mejoren los ingresos del parque.
“Conseguimos un préstamo del Banco Interamericano de Desarrollo y la Rainforest Alliance para construir el centro de visitantes del parque”, comenta Buitrón. “Por eso Otto y Roxana (en referencia al exbinomio presidencial) vinieron aquí (a Yaxha) una vez a poner una placa y hacer como que por ellos lo habíamos conseguido”, cuenta. No niega la intención de la comunidad de ponerle algo enfrente para taparla.

Luego, a través de Agexport, la Embajada de Dinamarca les otorgó financiamiento por alrededor de 100 mil dólares y la Embajada de Estados Unidos por medio de USAID les dio otros 30 mil. Los fondos sirvieron para desarrollar infraestructura, mejorar los servicios, la comida, la atención al turista, entre otros muchos cambios.
Finalmente luego de 13 años de trabajo y una inversión de cerca de los 3.5 millones de quetzales, en el Parque Nacional Yaxha Nakum Naranjo ahora trabajan siete asociaciones comunitarias que ofrecen servicios de trasporte acuático, alquiler de equipo, restaurante, procesamiento de frutas, entre otras, en la que son parte más de 257 familias y beneficia a por lo menos 4 mil personas de los alrededores.

¿La clave del éxito?, según Lima, Guerra y Buitrón, la confianza y la transparencia en los reportes de ingresos y su justa repartición. No obstantes por las dudas, los lideres comunitarios, la iniciativa privada y las autoridades del Conap manejan controles cruzados de los visitantes.
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Luego de 45 minutos, finalmente el vehículo se detiene, ha llegado a su destino. Lima le habla a los operadores de turismo, el objetivo del viaje es que logren alcanzar un acuerdo con ellos para que organicen paquetes vacacionales que incluyan al parque Nacional Yaxha Nakum Naranjo. Que traigan clientes que consuman, usen servicios, contribuyan a preservar las riquezas arqueológicas de estas ciudades mayas y de paso, saquen adelante a las comunidades.
“Ahora sentimos que nosotros somos el parque y el parque es uno de nosotros”, concluye la guía antes de bajarse del vehículo.