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La urgente necesidad de un abrazo

  • Por Soy502
28 de mayo de 2018, 18:21
Abrazo colectivo de la familia Molina Theissen al escuchar la sentencia del tribunal. (Foto: AFP)

Abrazo colectivo de la familia Molina Theissen al escuchar la sentencia del tribunal. (Foto: AFP)

Abrazar: unir dos cuerpos por el pecho en una especie de espiral humana en la que las cabezas y brazos se acoplan por un breve instante. Los pulmones quedan cerca, los corazones, el pecho, las bocas a la altura del oído permitiendo, de ser necesario, susurrar palabras al oído del otro.

Se supone que la tradición nació de juntar los corazones, lo que implicaría hacerlo hacia la izquierda, a la inversa de como lo hacemos hoy.

Quiero pensar que es universal el gesto. Que en la mayoría de las culturas humanas se practica el abrazo o una versión muy parecida, tocarnos, acercarnos, expresar en un instante y con nuestros cuerpos aquello que sentimos: dolor, tristeza, melancolía, amor, ternura, deseo.

Cuando abrazamos estamos diciéndole al otro, aquí estoy, esto soy y así quiero estar. Una declaración de principios: estoy aquí, sabelo, sentilo.

Demasiadas cosas en la vida tratan de un abrazo: el instante en que le llevan el bebé a la madre, una despedida, el pésame ante la muerte, un gol, un reencuentro, la antesala a un primer beso, la necesidad de no dejar caer a alguien, salvar un cuerpo de las aguas y un cálido y humano etcétera.

El abrazo es la unidad mínima de la empatía, el grado cero de la solidaridad. Y lo pienso en tiempos de redes sociales y convulsión política, ufff, vaya manera de tirarnos porquería en el timeline: aquellas enojadas y pataleos tremendos con gente que jamás hemos visto en la vida (y la verdad ni quisiéramos tampoco). Yo sí creo que cuando toca discutir toca, pero también toca el respeto y la empatía y, eventualmente, el abrazo.

Vi un grupito de gente realmente miserable e irrespetuosa haciendo comentarios viles sobre la familia Molina Theissen, y pasada la rabia, pienso que a esta gente inescrupulosa también le hace falta un abrazo, a lo mejor muchos, y no lo digo en modo hippie, lo digo más bien indignado y asqueado, lo que es haber olvidado la empatía. No se vale. 

Salir de lo virtual, poner el cuerpo, ir a encontrarnos a los ojos y encontrar la manera de conectarnos, pensamos distinto, sentimos distinto y a pesar de ello es posible encontrarse y compartir el sentido de este tiempo que vivimos.

Es difícil vivir en este país en este tiempo. La escala va de difícil, a muy difícil a vergonzosamente imposible. Y en lo irrespirable de esta realidad volver a encontrarnos en el cuerpo para entendernos es una actitud verdaderamente revolucionaria.

Y para Marco Antonio y sus tres hermanas, y su mamá, y para todas las personas que han acompañado esa lucha, un abrazo infinito, pleno de gratitud.

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