Hace muchos años dos grandes boxeadores se enfrentaron en lo que muchos consideran fue el combate más significativo en la historia del noble deporte de los golpes.
Mohamed Alí y George Foreman subieron al ring en Zaire (hoy República del Congo), del terrible dictador Mobutu, en un show inolvidable.
Los poderosos golpes de George Foreman desafiaban la rapidez y habilidad de Alí. Se esperaba un baile de perro y gato. Uno lanzando formidables puñetazos y el otro esquivándolos.
En vez de eso, Alí se puso voluntariamente contra las cuerdas, se cubrió y aguantó. Desesperó a su rival hasta que el brutal poderío de Foreman se agotó y después, con unas certeras trompadas, lo noqueó.
Estamos en una situación similar, salvando las distancias. La última reacción de la clase política no es tan poderosa como los puños de Foreman pero sí está desesperada. Los límites a los que empujan el sistema son preocupantes para el bien de todos pero a ellos les llevará tarde o temprano al colapso.
Se equivocan quienes ven sofisticación en estas acciones. Son intentos desquiciados y burdos de frenar el proceso penal.
No es Iván Velásquez el objetivo. El objetivo es destruir las investigaciones que tienen a diputados, ejecutivo y algunos importantes gobiernos municipales sin dormir.
Solo así se explica este nivel de agresividad contra la institucionalidad republicana guatemalteca. No les vale una CICIG reformada ni una Guatemala sin CICIG en 2020. Es ahora o nunca.
Lo que deberían saber es que las declaraciones están tomadas y las pruebas están subidas a la nube, y bien protegidas.
Como Alí trazó en su estrategia, la resistencia a los porrazos es clave. Les queda un año y están gastando todas sus fuerzas políticas en esta embestida.
Tener miedo a la desesperación que viene de la debilidad sería un error estratégico. La firmeza de la Corte de Constitucionalidad, del Ministerio Público, de la CICIG, del Secretario General de Naciones Unidas y de los medios de comunicación es clave.
La CC aclarando para que no haya interpretaciones espurias de sus fallos. El Ministerio Público y CICIG no deteniendo en ningún momento los casos (que es lo que quieren).
El Secretario Guterres no cediendo a los berrinches antes de que termine el año. La prensa intensificando su labor investigativa y retratando a quienes ya no pueden ocultar sus intenciones.
Esa resistencia llevará inevitablemente al agotamiento de este débil gobierno. A partir de 2019 solo hay que esperar verlos caer, como Alí a Foreman. Solos van al precipicio.
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