El Tribunal Supremo Electoral acaba de publicar el reglamento mediante el cual pretende controlar el uso de medios de comunicación en la campaña electoral de 2019.
El principal campo de batalla de esa contienda, qué duda cabe, será el internet y las redes sociales. Ya lo vimos en la campaña de 2015: la ventaja competitiva no se centró en la propaganda de los medios tradicionales sino en la calle y la “conversación” derivada de las redes.
Eso fue aquí. A nivel global hemos constatado con escándalo cómo las “noticias falsas” y los ataques cibernéticos intentaron influir en los resultados electorales de Estados Unidos y Francia en los últimos meses.
Está demostrado, por ejemplo, que para la campaña electoral de Estados Unidos se crearon sitios espurios en Europa del Este, por ejemplo en Macedonia, con el propósito de difundir falsedades para influir en la elección. Los infundios fueron dirigidos en Estados Unidos a audiencias específicas, como los estados clave de Wisconsin y Michigan, gracias a las herramientas de segmentación de Facebook. La compañía está pendiente de dar explicaciones sobre esta situación pues al parecer, la difusión de estas "fake news" no se dio solo de manera orgánica, sino por publicidad pagada.
Al parecer, los magistrados del TSE no leen noticias porque, increíblemente, su nuevo reglamento contempla cero controles para la pauta en redes sociales e internet. Es decir, lo que ya pasó aquí y en otros lados volverá a pasar y peor. Y el TSE argumentará entonces que ¡oh sorpresa! no tiene colmillo legal para atender esos problemas.
Para evitar caer en ese ridículo, el TSE aún está a tiempo de corregir ese error monumental y hacer una revisión a fondo de su reglamento, pues de dejarlo como está es allanarle el camino a los políticos más insolentes, inescrupulosos y corruptos.
Es urgente que el TSE entre en comunicación con expertos en programación y mercadeo digital para entender esta situación y tomar las medidas que sean posible. Si quieren un “benchmark” internacional, también pueden acudir a las autoridades electorales de Washington y Europa para escuchar qué están haciendo allá para defenderse de los peligros del mundo actual, que no son los mismos de hace 10 ó 20 años.
Estamos todos de acuerdo en que debemos evitar a toda costa que haya campañas mega millonarias, financiadas a costa de favores y privilegios. Eso nadie lo discute.
Pero los magistrados se deben avispar y entender que el reglamento que hicieron sirve de nada, porque en 2019 las mayores inversiones en propaganda NO se realizarán a través de los medios tradicionales, sino en redes sociales y si acaso en vallas (por algo Alejandro Sinibaldi compró una compañía con ese fin).
Esta vez existe un candidato reincidente que ya está preparando un arsenal de medios digitales con un ejército de mercenarios y bots. Asimismo, hay “net centers” ya organizados, afiliados a grupos de interés, listos para arremeter.
Esa es la amenaza nuclear para la campaña de 2019, no los viejos tanques del pasado que si acaso se usarán para la pompa y circunstancia que cual desfile de guerra se harán en los medios tradicionales. Lo esencial ahora es entender los bombardeos cibernéticos de las redes, capaces de acabar con los últimos vestigios de democracia.
Más de Dina Fernández: