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Tragedia del Mateo Flores: a 20 años, pocos recuerdan a los 84 muertos

  • Por Luis Barrios
16 de octubre de 2016, 14:20
Esta es la puerta que daba acceso a la cancha. (Foto: Archivo/Hemeroteca Nacional Prensa Libre)

Esta es la puerta que daba acceso a la cancha. (Foto: Archivo/Hemeroteca Nacional Prensa Libre)

Dolor, tristeza, llanto y añoranzas acompañan este 16 de octubre a las familias de los 84 guatemaltecos que perdieron la vida en la tragedia del estadio Mateo Flores (hoy Doroteco Guamuch Flores) en el lejano 1996, en los minutos previos a disputarse el partido eliminatorio entre Guatemala y Costa Rica. 

Pese al tiempo, al olvido y a los cambios forzados por la tragedia, los deudos tienen muchas dudas, algunos aun no aceptan, otro se preguntan ¿por qué? y no falta quien aun clame por justicia. Lo cierto es que para la gran mayoría de guatemaltecos este será un día normal, como cualquier otro.

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Era un miércoles por la noche, jugaba la Sele y en el ambiente se respiraba triunfalismo, no era un partido cualquiera y para muchos este era el año de la Bicolor, el camino a Francia 98 ilusionaba a miles ya que se venía de empatarle a Trinidad y Tobago.

“Estoy seguro que si no sucede la tragedia nosotros clasificamos al Mundial. Teníamos un gran entrenador, un equipo muy homogéneo, nuestra comisión de selecciones no era perfecta pero hacía bien su trabajo. Lástima lo que sucedió, es algo que nos marcó la vida dentro y fuera de la cancha”, relató Iván León, el férreo defensor nacional, quien parecía no le temía a nada y quien imponía respeto a los rivales de una u otra manera. La noche de la tragedia lloró profusamente ya que no pudo soportar el dolor de ver a hombres, mujeres y niños caer uno a uno, tras ser aplastados por una estampida humana.

Las causas de la tragedia son diversas, ya que esa fatídica noche se conjugaron, falsificación de boletos, (según se determinó en la investigación posterior que había al menos más de 10 mil boletos falso), además del consumo excesivo de bebidas alcohólicas, así como la precariedad de las instalaciones del estadio nacional para albergar una contingencia de tal magnitud. Tampoco hay que olvidarse que los organizadores del evento nunca previeron una tragedia.

“Nunca vi el estadio tan lleno, creo que nadie nunca estamos preparados para algo así. Jamás olvidaré esa noche y lo que nos tocó vivir. Son circunstancias y el destino nos tenía preparado esta prueba”, explicó el argentino Horacio Cordero seleccionador nacional.

Esta era la puerta que daba acceso a la cancha del estado.
Esta era la puerta que daba acceso a la cancha del estado.

A eso de 19:38 del miércoles 16 de octubre de 1996 se decretó la alarma en la brigada de bomberos voluntarios que se encontraban en calidad de prevención en el interior de Mateo Flores.

“Nos avisaron que había un herido en la general sur y comenzamos a caminar hacia el lugar para ver que sucedía. Como a la 6 de tarde ya el estadio estaba repleto y comentamos con los compañeros había mucha gente, ojalá no suceda nada, un rato después eran filas de muertos. Nunca olvidaré que un niño murió en mis bazos”, enfatizó Adán Hidalgo, Bombero Voluntario.

El sentir de los socorristas no era para menos, la general sur estaba totalmente llena y ante la presencia de miles de aficionados aun en la afueras “con boleto en mano”, era cuestión de tiempo para que se produjera una catástrofe

“Llegue muy temprano al estadio y me sorprendió ver a tanta gente, cuatro horas antes de partido el estadio estaba lleno. Yo creo que allí lo que sucedió fue los boletos fueron reutilizados, cuando alguien ingresaba no se rompía el boleto y esas entradas volvieron a salir para ser nuevamente vendida”, sostiene Gustavo Velázquez comentarista deportivo, quien ha seguido a la Bicolor durante los últimos 30 años.

Lo que comenzó como una gran fiesta, terminó en una vela.
Everardo Herrera
, destacado periodista costarricense

A las 19:45 la emergencia había sido declarada y aunque se sabía que había varios heridos en la localidad sur, el encargado que tenía las llaves de las 8 puertas de accesos hacia la cancha no aparecía y cuando lo hizo y la puerta que medía dos metros por fin se abrió, fue rápidamente cerrada ya que alguien de la organización quería “evitar una sanción y una multa por invasión de cacha”. 

Cuando por fin se percataron de la magnitud de la tragedia ya era tarde, poco a poco comenzaron a caer los heridos y los muertos, para ese momento las sirenas de los bomberos y policías sonaban sin cesar,  los futbolistas salieron a la cancha para ver que sucedía y así comenzó el recuento de los daños.

Los medios de comunicación anunciaban algunos heridos, minutos después se confirmaba un fallecido, y las cifras fueron en aumento. Los socorristas no se daban abasto, comenzaron a llegar elementos de otras compañías y de otros municipios para apoyar.Los heridos eran llevados al hospital San Juan de Dios y Roosevelt. Los muertos eran colocados en filas sobre la pista de tartán.

La Tragedia en el Mateo Flores dejó 84 fallecidos. (Foto: Archivo/Hemeroteca Nacional)
La Tragedia en el Mateo Flores dejó 84 fallecidos. (Foto: Archivo/Hemeroteca Nacional)

“Había un niño como de cinco años que me decía Chino, donde está el Gato Estrada, yo le respondía por allí anda. De tanta insistencia le pregunté con quien venís y me dijo con mi papá pero está dormido allí con los otros. El hombre estaba muerto, allí no pude más, pensé en mi familia y en tantas cosas”, recordó Iván León.

Cuando ya se conocía todo lo sucedido, las autoridades deportivas, encabezadas por Ferdy Berganza, Rolando Pineda Lam entre otros, junto al equipo de trabajo del entonces presidente de la república, Álvaro Arzú, tomaron decisión de suspender el partido. 

La noche del 16 de octubre

La gente estaba en las otras localidades del estadio nacional comenzaron a salir del inmueble, mientras llegaban los expertos en escena del Ministerio Público, el área era acordonada, y el calvario para familiares de quienes había ido al Mateo Flores, deambulaban en las afueras en busca de información, con la angustia de saber si su ser querido estaba bien o si por el contrario era uno de los heridos o en el peor de lo casos uno de los fallecidos. 

“Me tocó fuerte, sentí impotencia, ver a gente morir y no poder hacer nada porque el de la llave no aparecía. Esa noche murió el pequeño hijo de un maestro muy conocido en Guatemala (Rubén Alfonso Ramírez), lo vi correr desesperado entre la gente y buscar a Diego, no puedo imaginar su dolor y su angustia”, relató Rolando Fonseca exfutbolista costarricense.

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Lo que vino después fueron horas interminables para los afectados. La familia Chamalé Noj perdió a cinco de sus miembros, eran personas de escasos recursos y con gran esfuerzo y gracias a la solidaridad de algunos guatemaltecos pudieron costear los gastos funerarios y pese a recibir una indemnización, este 16 de octubre siguen recordando a sus seres queridos, preguntándose ¿por qué a ellos? y esperando justicia, ya que no hubo culpables ni responsables.

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