El sueño de un joven se convirtió en pesadilla, luego de que fuera víctima de las extorsiones y se viera obligado a cerrar su negocio.
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Motivado por sus amigos y familiares, y aprovechando el encierro de la pandemia, un joven de 24 años, a quien llamaremos Juan Carlos, cumplió sus sueños al iniciar un negocio de venta de hamburguesas. Pero, al final, todas sus ilusiones se convirtieron en una verdadera pesadilla, llegando al extremo de comprar chalecos antibalas para proteger a sus colaboradores.
Su historia inicia en tiempos de pandemia, durante el encierro. Era el cumpleaños de una de sus sobrinas y él preparó unas hamburguesas y las publicó en sus redes sociales, las cuales se convirtieron en el único medio de comunicación con el mundo en ese entonces.
No habían pasado ni cinco minutos después de su publicación y ya estaba recibiendo mensajes para exhortarlo a vender su producto. "Yo quiero", "¿Cuánto cuestan?", "Cuándo van a abrir tu restaurante", fueron algunos de los mensajes recibidos.
"Siempre quise tener un restaurante. Es mi sueño", dijo. Así que dejó por un lado esa idea que daba vueltas en su cabeza y la materializó. Comenzó a verlo como una oportunidad para él y su familia y para aprovechar el encierro.
Así que se puso manos a la obra, y con el apoyo de su mamá, dos cuñados y una sobrina, decidió empezar. Su primera venta la hizo en mayo de 2020. Al principio no pasaban de tres o cuatro hamburguesas al día, "pero cuando se viralizó en las redes sociales, llegaron a generar hasta 40 combos diarios", detalló.
Incluso, aún estando en la zona 5 de Mixco, llegaron a atender pedidos hasta la zona 18 o al municipio de San Raymundo. "Todo iba viendo en popa. Pedimos los permisos correspondientes para movilizarnos en hora de toque de queda, porque no nos dábamos a basto", detalló.
En su negocio vendía hamburguesas de calidad y a un precio muy accesible. Cada menú tenía un costo de 30 quetzales normal y 40 agrandado.
Del encierro a la pesadilla
"Cuanto el país comenzó a abrir, la gente tenía la necesidad de ir a comer a un lugar físico, porque estaba aturdida de estar en casa, así que pensamos en poner un local y lo hicimos", comentó Juan Carlos.
Fue así como, junto a su mamá, sus cuñados y su sobrina, abrió su negocio en septiembre del 2020.
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Para hacerlo, el joven emprendedor pidió un préstamo que le permitió equipar su negocio. Con muchas ilusiones compró las mesas, las sillas, una plancha industrial y muchas cosas más. "El local era como visitar un restaurante pequeño en la Antigua Guatemala, en verdad, era muy lindo", manifestó.
Tuvo tanto éxito que varios creadores de contenidos y presentadores de televisión se acercaron a su local y lo promocionaron en sus redes sociales.
"Solo el día de la inauguración vendimos 180 combos. Todo pintaba a que fuera un negociazo", dijo. Incluso, crearon sus propias promociones, como regalar un menú de hamburguesas, en lugar de un ramo de flores durante la festividad de un aniversario.
Tenían cinco meses de haber abierto su local, cuando un mensaje amenazante les llegó vía WhatsApp. Y aún cuando encendió sus alertas, al principio pensaron que se trataba de una mala broma y no le prestaron mucha importancia, pero de un día a otro, su sueño se transformó en una pesadilla.
"Empezamos a recibir amenazas. Nos exigían un pago único de 40 mil quetzales... yo aún estaba endeudado por el préstamos que pedí para abrir. Negociamos y bajaron el monto a 5 mil, pero no les dimos nada", narró.
Entonces las amenazas subieron de tono. Les enviaban fotografías del negocio, de ellos atendiendo a sus clientes, les escribían para decirles cómo estaban vestidos, cuántas personas habían dentro.
"Nos llamaban o escribían cuatro o cinco veces diarias. Nos exigían dinero y nos amenazaban. Mentalmente estábamos muy afectados. Llegué al extremo de comprar chalecos antibalas para todos. No salíamos de la casa, porque nos sentíamos amenazados", lamentó.
Juan Carlos no acudió a la policía por temor a que existiera complicidad con los delincuentes. Además, "siempre dicen que son imitadores, que están en la cárcel, pero nos estaban enviando fotografías de nosotros, sabían quiénes éramos. Nos quitaron la paz. Teníamos mucho miedo", dijo.
Aguantó cuatro meses. Luego, en junio de 2021 decidió cerrar. "No podíamos seguir en esa situación. Era un negocio familiar, no podía poner en riesgo a los que amo. Mi sueño se convirtió en una pesadilla", expresó con mucha tristeza.
El joven se quedó endeudado. Había pedido un préstamo bancario para abrir su negocio. Tuvo que vender todo para terminar de pagar, pero hubo algo de lo que se negaba a deshacerse: su plancha industrial, esa que compró con tantas ilusiones y que le permitió soñar.
"La vendí hace un mes. Donde vivimos es muy pequeño y estaba ocupando mucho espacio. Me costó venderla, pero finalmente lo hice", manifestó con sentimientos encontrados.
De extorsión a la migración
Juan Carlos no fue el único de su familia que vivió una extorsión. Cuando él estaba en el auge de su negocio, uno de sus cuñados se separó del negocio de hamburguesas, para poner junto con su hermana un salón de belleza.
Abrieron su local en la zona 9. Tenían pocos meses de haber iniciado, cuando también los comenzaron a extorsionar. Contrario a Juan Carlos, ellos sí acudieron a la Policía Nacional Civil (PNC), quienes les recomendaron no responder, porque, a su criterio, eran imitadores.
Pero las amenazas se incrementaron y, al igual, que en el negocio de hamburguesas, los extorsionistas les comenzaron a enviar fotografías de la fachada del salón, les decían cuántos clientes tuvieron en un día y hasta les detallaban la forma en que estaban vestidos.
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"Cerraron. No aguantaron más. Tenían mucha información suya, así que mi hermana y mi cuñado hicieron todos los trámites para solicitar asilo en Estados Unidos (EE.UU.)", detalló.
Ahora viven allá. Cerraron su negocio, dejaron su casa, a su familia y huyeron de la inseguridad y las extorsiones en Guatemala.
"Entre mi caso y el de mi hermana y mi cuñado, más uno más; hemos sido víctimas de extorsión en tres oportunidades en menos de tres años dentro del grupo familiar. No es justo", lamentó Juan Carlos.
Lucha contra la extorsión
Desde su llegada a la administración gubernamental, el presidente Bernardo Arévalo prometió luchar de manera frontal en contra de las extorsiones.
Incluso, en febrero pasado el Ministerio de Gobernación (Mingob) creó el Grupo Especial Contra las Extorsiones (GECE), el cual está adscrito a la Subdirección General de Operaciones de la Policía Nacional Civil (PNC) y declararon a los extorsionistas como "enemigos públicos".
Las capturas han sido constantes. En junio anunciaron la desarticulación de 33 estructuras criminales dedicadas a la extorsión y afirmaron que en 12,308 casos denunciados, evitaron el pago de 11,237 quetzales por parte de sus víctimas.
Hasta el 25 de septiembre, el Mingob informó sobre la detención de 1,373 extorsionistas. Mientras que en su último informe publicado en julio pasado, Diálogos reportó una tendencia al alza en las denuncias de extorsión, ya que hasta ese mes se registraban 13,284, comparado con 16,636 reportadas durante todo el 2023.
Hecho que se comprueba con una comparación interanual desde 2015, estableciendo que al mes de julio 2024, se registran 116.6 extorsiones por cada 100 mil habitantes.
No obstante, en repetidas ocasiones han explicado que las estadísticas también pueden mostrar el comportamiento de las denuncias, es decir, en años anteriores se tenía menos confianza en las autoridades, por lo que se denunciaba menos.
Mientras que el Centro de Investigaciones Económicas Nacionales (CIEN) reportó que, solo en junio de este año, se reportaron 2,018 denuncias por extorsiones, lo que representa un total de 67 denuncias diarias.
Y, aunque comparado de manera interanual hubo un incremento, al hacer la relación mensual se observa una disminución de 98 casos reportados.
Los departamentos más afectados por las extorsiones son Guatemala, Sacatepéquez, Escuintla, El Progreso y Santa Rosa, reporta Diálogos; de los cuales la ciudad, Santa Catarina Pinula, San José del Golfo, Palencia, Villa Canales y Villa Nueva son los municipios más afectados por este flagelo.
Por su parte, las autoridades piden a la población denunciar las extorsiones, porque es la única forma de desarticular a las bandas delincuenciales. Para ello se ha creado varias plataformas que pueden brindarle ayuda, incluso apoyo sicológico, a las víctimas de una extorsión.
Si quieres denunciar abiertamente o de manera confidencial, puedes hacerlo a través de las siguientes vías:
- WhatsApp de Crime Stoppers Guatemala y Mingob: 3764-1561
- Call Center Crime Stoppers Guatemala y PNC: 1561
- Sitio Web: www.tupista.gt
- Denuncia extorsiones MP: 1574
No pierde la esperanza
En tanto, Juan Carlos no pierde la esperanza de volver a abrir su negocio. Ha pensado en hacerlo dentro de algún centro comercial, pero está consciente que sus costos se elevarían.
"La idea de mi negocio fue ofrecer a nuestros clientes un producto de calidad, a un precio accesible. He pensado en un centro comercial, pero eso elevaría los costos y los precios de la comida que vendemos. Tampoco podemos contratar a un seguridad, porque sería lo mismo", comentó.
El problema, dijo el entrevistado, es que "la paranoia" que provocan las extorsiones es extremadamente elevada y las medidas que podrían tomar son muy costosas para un negocio familiar pequeño.
"Es difícil salir adelante en un país como Guatemala, donde la inseguridad provocada por las extorsiones nos tiene a los emprendedores de rodillas", sentenció Juan Carlos.
