Llegó la Semana Santa, la pausa necesaria. Hay que parar de trabajar porque se nos olvida que descansar es fundamental. Que parrandear es fundamental. Que meterse al mar, subir una montaña, dormir en una hamaca o simplemente quedarse en silencio en casa es fundamental para la vida.
Hay que hacer la pausa porque no se puede, ni se debe, vivir corriendo. Hay que huir del tráfico, ¡al fin!, y del ruido y de la locura.
Habrá quién guste de las procesiones o de las fiestas de verano o de meterse en calzones en la pila, qué sé yo, salir de la rutina, que todo y todos se esperen: descanse, goce, disfrute.
O bien, trabaje si es necesario, muchas personas trabajan para que otros descansemos. Así funciona, ojalá ellos también descansen.
Agradézcale a los vendedores ambulantes por venderle agua, shucos, algodones, torrejas, agradezca a los empleados que recogen la basura, que manejan los buses, a los mariachis que tocan en la cevichería, a quienes le prepararon la comida, a quienes se la sirvieron, toda esa gente no para-para-que-usted-pare, gracias, no lo olvide.
Y gracias a los agentes de la policía que están de negro llevando sol. Los medios dijeron que no tenían para comer, el comediante dijo que sí tenían. De verdad, ojalá y tengan comida y gasolina y dignidad. ¿Cuándo fue la última vez que le agradeció a un agente por su trabajo? Sea generosa, ofrezca agua, galletas, sonrisas, ¡solidaridad!, a la policía, a los bomberos, a los salvavidas, a la Cruz Roja, a todos los funcionarios, voluntarios, amigos que nos cuidan para que paremos, para que descansemos.
Haga la pausa, deje tirado el teléfono, invéntese que se quedó sin carga, cierre el Facebook y el Instagram y el Twitter unos buenos días, salga a la ventana, capture esa imagen en su memoria y en su corazón, y ya luego tómele foto, si quiere.
La Semana Santa tiene su propia agenda, que si la familia, que si las procesiones, que si el mar. Sí a todo, pero sabe qué, yo le recomiendo un ratito a solas, una pausa en serio, una encerrona con usted mismo, un par de horas sin joder a nadie, sin que nadie lo joda. De nuevo la pregunta ¿cuándo fue la última vez que se dio la oportunidad de quedarse en silencio, en soledad, como si el techo fuera un espejo?
Y pues sí, con este calor también, desnúdese, celebre, haga el amor –y cuídese-, déjese amar, que el agua le abrace, que el sol le abrace, que su pareja, su amigo, su abuela, el gato, el viento le acaricien.
Haga la pausa, recárguese para volver con todo, que vaya si no nos hacemos falta.
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