Tenía 20 años y unos grandes ojos negros llenos de ilusión.
Claudia Patricia Gómez, de San Juan Ostuncalco, quería una mejor vida. Se había graduado de perito contador hace dos años y aunque quiso entrar a la Universidad de San Carlos, no lo logró. Intuyó que si se quedaba aquí, en el Occidente del país, no lograría explotar sus talentos.
Con un sistema de educación mediocre, excluyente y con cero políticas para promover el empleo de los jóvenes, pensó bien que la vida estaba en otra parte.
Tomó una mochila y se aventuró al Norte. Antes de irse, le dijo a su novio que juntos saldrían adelante.
No fue así. Un agente fronterizo en Laredo, Texas, terminó, de un disparo, con todos sus sueños. La mató de un balazo en la cabeza, mientras Claudia intentaba huir de los federales, junto con dos compañeros de viaje.
Los migrantes y los refugiados, las millones de personas que por razones económicas o políticas se ven obligadas a moverse de su tierra natal, son una de las grandes tragedias humanas de nuestros tiempos.
Hace años visité uno de los “albergues” migratorios de Guatemala, donde tenían detenidos a unos muchachos de la India en condiciones atroces. Sin haber cometido más delito que buscarse la vida, estaban presos, privados de la libertad. Uno de ellos, desesperado por el laberinto burocrático, terminó ahorcándose en su celda, aquí en Guatemala.
Ese suicidio me sacudió. ¿Cómo es posible, pensé, que no haya más abogados de derechos humanos peleando con ferocidad por estas personas?
Lo mismo me pregunto hoy cuando veo el caso de Claudia Patricia Gómez. La abatieron de un tiro certero, como si fuera una presa humana. ¿Quién buscará justicia por ella? Por ahora la reacción del gobierno de Guatemala ha sido tibia, tímida y vergonzante. La Canciller, usualmente tan proclive a vociferar protestas, aquí procede con sigilo. El Presidente Jimmy Morales, calla.
Por la familia Bitkov, los rusos detenidos por usar papeles falsos en Guatemala, se movió un lobby local y uno internacional multimillonario, una comisión bicameral en Washington, una columnista de uno de los diarios financieros más importantes del mundo y un coro de voces en redes sociales que ahora callan ante el asesinato de la joven de San Juan Ostuncalco.
¿Quién se moverá para buscar justicia por Claudia Patricia Gómez? ¿Por los miles de guatemaltecos que se enfrentan a tanta injusticia por el crimen de rehusarse a vivir sumidos en la miseria o la violencia?
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